DESDE LA CORTE
El caso del extraño terrorista
LA NOTICIA llegó a las redacciones de modo espectacular: «Detenido el máximo responsable de los Grapo». La duda del cronista fue inmediata: ah, pero ¿hay alguien más que él en esa organización? Los más jóvenes quizá ni conozcan esas siglas. A muchos de ellos habrá que contarles qué es o qué ha sido una de las bandas terroristas más extrañas de que tenemos memoria en Europa. Se autodenominaron «Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre». Practicaron la violencia en todos sus formatos, secuestros, atracos y asesinatos. Tuvieron raíces en Galicia. Pero ni han tenido nada que ver con el independentismo gallego, ni han contado con el mínimo apoyo social. Surgidos, según dicen del ideal político de luchar contra la dictadura, desembocaron es una pura banda de atracadores, revestidos de la dignidad que presta el ideal político. Como no tenían ese apoyo social, la policía los desarticuló con relativa facilidad. Es, o fue, la banda más veces desarticulada por la Policía. Sólo dejaron un misterio en la vida española de los últimos años: qué ha pasado con su secuestrado Faustino Cordón, del que nunca más se supo, ni vivo ni muerto. Con los grapos no hacía falta ningún tipo de apelación al diálogo, ni implicar a la justicia, ni cabrear a la oposición. Y ahora, al caer su «máximo responsable», no cae un ciudadano que considere insuficiente la superación del fascismo. Cae un vulgar delincuente cuya última hazaña presumible ha sido matar a una empresaria en un aparcamiento de Zaragoza. No sé por qué me ocupo de este asunto en una crónica política. Bueno, sí lo sé. Me ocupo, porque esa banda forma parte de la historia de España. Y también por otra razón: porque, en el trance que vive este país, puede haber gente que diga y con razón que con los grapos no se negoció, ni se les hicieron concesiones, ni nadie tuvo elegancias democráticas con ellos. Había que perseguirlos, y se cazó a la mayoría de sus pistoleros. Es un modelo de terminación de una banda armada. Largo, porque ha durado también más de treinta años, pero un modelo: el que hoy parece defender una parte de la sociedad española ante el terrorismo de ETA. ¿Hace falta decir que la comparación no es válida? Claro que no hace falta. Es más bien absurda. Los grapos no tuvieron nunca votos. ¿Saben ustedes de qué debemos tomar lección? Del propio hecho de su existencia a lo largo del tiempo, aunque sea en forma de delincuentes comunes. Quien hizo del robo y el atraco su forma de vida, tiene muchas posibilidades de volver al robo y el atraco cuando necesite comer. Si llega a sellarse la desaparición de ETA, que nadie se extrañe si un día se comete un atraco en nombre de su organización. Contemos con ello.