Tanto va el cántaro a la fuente...

PASADA la resaca del debate sobre el estado de la Nación, el presidente del gobierno ha dado orden a su factótum la vicepresidenta de que recomponga el consenso con Rajoy. A sus huestes políticas y mediáticas les ha dicho que contrapongan la bondad de Rajoy con la maldad del Partido que dirige: «Rajoy quiere el consenso, pero los malísimos de su partido no le dejan». Por si fuera poco, con ocasión de la presencia de los reyes en el Congreso, el propio presidente se hizo visible en los locales del grupo parlamentario popular, en un gesto que quiso ser de cordialidad. Vamos a ver, ¿si tan convencidos están de haber actuado bien, a qué tratar de recomponer nada?, ¿no será que necesitan el concurso del Partido Popular como coartada en el que llaman proceso de paz, pero que cada vez se parece más a un juego de trileros y de chulapos? No es ningún secreto que la gran baza política de Zapatero es vestirse con la blanca túnica del pacificador, del que ha logrado acabar definitivamente con la violencia de ETA. Ahora bien, conviene puntualizar que la banda terrorista ya lleva tres años sin atentados mortales, pero no ha cesado un ápice en su actividad de extorsión y amedrentamiento contra los no afines y no ha entonado ningún tipo de meaculpa ni mucho menos ha anunciado aunque sea callando que se disuelve y deja las armas. Al contrario, cada vez que un juez cita a alguno de los líderes de Batasuna, ésta amenaza con romper el proceso si acaso son encarcelados. La ley se aplica o no se aplica -triste mérito de Zp- según las consideraciones políticas del momento. Antes y ahora el gobierno ha asegurado que no se pagaría ningún precio político por la paz. Pero desde hace cuatro años llevan hablando con ETA no se sabe de qué. Han pedido permiso al parlamento para negociar pero ya lo estaban haciendo. Han tratado por todos los medios de conseguir el apoyo del PP -mejor su complicidad- en esos tejemanejes. Han traicionado a Rajoy en cuanto han alcanzado un acuerdo con él. Y en el debate último, le pidieron que no se polarizase en su discurso con este tema, aunque pudiese decir su punto de vista, pero sin insistir. Rajoy lo hizo por sentido de Estado pero al día siguiente, desde la intervención del PNV hasta el final del debate, Zapatero no dejó de hablar de ETA. Siento decirlo, pero estamos ante un presidente taimado, que se desdice de sus compromisos cuando le conviene, y que parece seguir los postulados del gran amoral que fue Maquiavelo. No le interesa gobernar -de ahí lo poco que le preocupen la inflación o la delincuencia- sino hacer política, con objeto de perpetuarse en el poder. Ha señalado como único referente moderno de legitimidad y democracia la II República, cuya historia solo quiere conocer en parte. Y adopta uno de sus más nefastos postulados: media España contra la otra media, lo que hoy se traduce en el exterminio político del partido que representa a esa media España. Cuando éste no se presta al consenso o vienen manifestaciones, es natural que el gobierno se preocupe, porque caso de salir mal no podrá echarle las culpas al PP. Y el enigma: una cosa es enseñar al que no sabe y otra enseñar lo que no se tiene.