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León

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Con frecuencia se suele hablar de crisis de la familia y dentro de ésta, de una crisis de la autoridad de los padres. Para analizar este problema podemos reflexionar en las limitaciones personales, en el abandonismo, en la autoridad arbitraria y en el paternalismo. Etimológicamente, la palabra autoridad se deriva de auctor y de augere (aumentar, hacer crecer). Vendría a ser la fuerza para sostener y acrecentar a los hijos y su desarrollo personal. La autoridad es una influencia positiva que sostiene y acrecienta la libertad y responsabilidad de cada hijo. A veces la autoridad implica tomar decisiones y en otras ocasiones hay que sancionar. Pero a veces cuesta tomar decisiones y aplicar premios y castigos en orden a la educación de los más pequeños. Por su gracia de estado, los padres tienen la autoridad derivada de su responsabilidad de ser los primeros educadores y necesitan saber que son capaces de ejercerla y que deben hacerlo por amor a sus hijos. Pero surgen dificultades de diverso tipo. A veces les falta energía, fortaleza y constancia para tomar decisiones y sostenerlas posteriormente. Otras veces les falta confianza en ser obedecidos, porque no se han preocupado en enseñar a obedecer a sus hijos desde las edades tempranas, porque la obediencia no es algo pueril, sino algo necesario en todas las edades. Otra dificultad es la incongruencia o incoherencia entre lo que sabemos que se debe hacer y lo que hacemos en realidad. La incoherencia es la limitación personal que más afecta negativamente en la autoridad-prestigio de los padres. Otro aspecto a considerar es el autoritarismo o ejercicio arbitrario de la autoridad. Es una autoridad que no se ejerce en función de las necesidades de los otros, sino en los propios gustos, prejuicios y manías personales. Dado el rechazo y rebeldía que origina el autoritarismo, se termina en el abandono del ejercicio de la verdadera autoridad. Es el abandonismo. El paternalismo se caracteriza en una protección del hijo y hacer lo que tendría que hacer el chico en cuanto al pensamiento, a la decisión e incluso a la acción, en lugar de orientarle y exigirle según sus posibilidades. Ante estas dificultades, ¿qué se puede hacer? Pienso que poner todos los medios humanos y sobrenaturales para adquirir la fortaleza, la capacidad de decisión y la coherencia personal. Arturo Ramo García (Inspector de Educación). 1.º Consideramos que la estructura actual, con entrenadoras que hacen de jueces y califican a sus propias gimnastas, crea favoritismos y hace poderosos a unos clubs, en deterioro de otros, que tal vez se merezcan mejor suerte, pero que no tienen influencia. 2.º Sin negar el trabajo, el entrenamiento y la fama y el laurel, acumulado a lo largo de años, no podemos dejar de lado la compraventa de influencias que genera el que no haya jueces independientes e imparciales que no pertenezcan a club alguno y por lo tanto no tengan «deudas» que pagar con nadie. 3.º Un ejemplo claro de lo que decimos es la situación del Sprint (escuelas municipales) de esta capital, con relación al Club Ritmo. Mientras el primero es invisible, el segundo se lleva todos los trofeos y medallas (puede que con razón, en algunos casos, pero no siempre). El hecho de que una gimnasta, que antes entraba en las medallas, abandonara el club Ritmo y se pasara a Sprint, donde parece que todas las «bondades» se han volatilizado, ilustra bien nuestra afirmación. Proponemos un cambio en la estructura y composición de los jurados que califican a las gimnastas rítmicas. Serafín Trenado Ruiz (Padre de gimnastas de Sprint -escuelas municipales- León). Julián (León; edición digital).

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