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Publicado por
GONZALO PARENTE
León

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LA MUERTE del emir de la Yihad en Irak nombrado por Bin Laden tiene un significado profundo en la guerra que allí se libra. En primer lugar, hay que saber qué clase de individuo era: un delincuente convertido a la guerra del terror islamista en una cárcel de Jordania, y su práctica del terror le llevaba a asesinar sin escrúpulos a los pobres rehenes que capturaba, cortándoles él mismo el cuello. Ese era el terror interno de un sanguinario. Para el exterior tenía un grupo de suicidas dispuestos a llevarse por delante a cuantos más chiíes mejor. Él era suní y operaba desde poblados suníes que le daban cobertura. Este personaje era el más importante jefe de la Yihad en Irak. Pero sin confundirse con la resistencia baazista, formada con los restos iraquíes que siguen luchando contra la invasión norteamericana. No se pueden confundir, porque unos pretenden echar a los invasores, mientras que los otros son promotores de la Yihad, es decir, la guerra islamista contra Occidente. ¿Cuál era el objetivo estratégico asignado por Bin Laden para que Al Zarqaui lo consiguiese en Irak? Este país, junto con Afganistán, Sudán y otros, era una base segura para establecer uno de los núcleos centrales de la red islamista extendida por todo el mundo, con cientos de células durmientes esperando órdenes de activación para actuar en nombre del islam, tal como sucedió en Madrid, Londres o Bali. Está claro que ésta es una guerra contra el terrorismo islamista muy difícil de ganar. En ella juegan los factores psicológicos movidos por la propaganda del terror que utiliza los medios modernos de comunicación, vía satélite o televisión. La lucha consiste en ganar adeptos por el terror, y por la idealización del conflicto. Al Zarqaui era importante, pero seguro que detrás tiene relevos suficientes. Aunque una cosa es cierta: que el Gobierno de Irak se ha apuntado un tanto.

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