PANORAMA
Cómo dejar Irak
YA CASI abiertamente, el gobierno estadounidense trabaja sobre un calendario oficioso de retirada de Irak y la insólita reunión del gabinete de guerra este lunes en Camp David lo confirma de modo indirecto. Los equipos militar, político y de seguridad al completo, incluido el general Casey, comandante en jefe sobre el terreno, pasaron el día entero en un seminario monográfico en la residencia presidencial en Maryland. No ha quedado claro si la crucial conferencia estaba prevista para esta semana o si fue improvisada o adelantada tras la muerte de Al-Zarqaui el jueves pasado, percibida como un éxito táctico de importancia y un alivio psicológico y social. Pero es coherente, en cualquier caso, con los indicios puestos en circulación por la Casa Blanca, sobre la llamada estrategia de nuevo papel de los Estados Unidos en Irak. Tal papel se reduce a ir cediendo a los iraquíes la responsabilidad de la seguridad y acomodando a este hecho las graduales retiradas de las tropas norteamericanas. El general Casey no dudó en reconocer que si todo va como se pretende pueden considerarse reducciones de tropas para finales de año. Consideraciones de pura política interna ayudan a explicar el nuevo curso de los acontecimientos: en noviembre hay importantes elecciones parlamentarias y el asunto de Irak estará en la campaña. Al día de hoy, un sesenta por ciento de los norteamericanos tiene a la guerra por un gran error, no cree que pueda instalarse una democracia estable allí y es muy crítico con el manejo del conflicto, que ha costado ya la vida a 2.493 soldados. Este plan podría ser compatible, sin embargo, con alguna ofensiva de envergadura, como la que ciertos medios esperan en Ramadi, un 'Faluyah dos. Miles de vecinos de esa ciudad, bajo control rebelde de hecho, la han abandonado porque dan por seguro un asalto próximo que se prevé muy sangriento.