DESDE LA CORTE
Decidme que no es verdad
¿SABÉIS lo más repelente de sentarse a dialogar con ETA? Que los emisarios de la banda puedan ser elementos como el que ayer se sentó en el banquillo: Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote. Su rostro es el rostro del terror. Sus presuntos crímenes, directos o ejecutados a través de terceros, los más abominables. Su frialdad a la hora de apretar el gatillo o dar órdenes a un comando, un ejemplo de bestialidad. Porque él es quien mató al concejal del PP José Luis Caso. Él es quien mató u ordenó matar a Miguel Angel Blanco. Él es quien mató o colaboró en el asesinato de Gregorio Ordóñez, de Fernando Múgica¿ Él es la representación de un instinto sanguinario que ni las fieras practican. Verlo en las imágenes de televisión, en las fotos que hoy se publican, sólo suscita una pregunta: ¿tendrá alma un criminal así? Ese individuo se sentó ayer en el banquillo. Lo hizo de la forma insolente que suelen mostrar los asesinos etarras: desobedeció la orden del juez de ponerse en pie y obligó a aplazar un día la vista, porque se expresa en euskera y no entiende el castellano. Tengo entendido que el presidente de la sala exclamó: «¡En este país hace falta intérprete para hablar con un español!» Y, sin embargo, las garantías jurídicas funcionan a favor del reo. Un juez puede obligarle a levantarse, pero no puede obligarle a hablar en el idioma oficial, aunque sepa que lo entiende y lo utiliza. Es la grandeza y la humillación del Estado de Derecho. ¿Qué actitud puede inspirar ese comportamiento? Sólo una: has caído, asesino. Púdrete en la cárcel. No mereces ni compasión humana ni eres digno de atenuante. Pero ese individuo puede ser uno de los destinatarios del mensaje que su organización ha enviado a sus presos: que tengan paciencia, que su liberación todavía tardará algún tiempo; el tiempo que tarde la negociación y el acuerdo político. La banda sueña con la libertad de sus presos. Se la tiene prometida. La lectura de la información que lo ha contado ayer sugiere que los terroristas se ven con posibilidades de cerrar su sangrante hoja de sufrimiento con el sueño de la autodeterminación y la salida de prisión de seres como Txapote. Decidme, gobernantes, que no es verdad; que es posible buscar el acuerdo de abandono de las armas; que habrá concesiones, como la legalización de Batasuna si renuncia a la violencia; que habrá medidas individuales de acercamiento, terceros grados, generosidad para quien lleve años en prisión o no tiene las manos manchadas de sangre; pero que quien puso la pistola en la sien de Miguel Angel Blanco, de Gregorio Ordóñez, no puede beneficiarse de la generosidad del Estado. Una pacificación con ese resultado sería muy difícil de digerir.