Estreno de lujo

JUAN Vicente Herrera ya había concluido su discurso en el Palacio de Fuensaldaña para exponer el estado de la Comunidad. Un discurso monótono, frío, de cifras, porcentajes, logros y rendición de cuentas. Un discurso muy al estilo de la efemérides. Lo vi en directo por la TV de Castilla y León y no logró removerme de la poltrona. Las respuestas y réplicas correspondían a la sesión de tarde. Y no se abrieron hasta que concluyó el partido de la Selección. El partido España/Ucrania, inaugural del grupo, fue un recital rojigualda. . Un debut magnífico. Un estreno de lujo. Casi nos invitó al exceso de «Opá, amo a ganá er Mundiá». Muy pronto, con goles de Xabi Alonso y Villa, la selección española aseguraba su victoria. Luego redondeaba el mejor resultado con dos nuevos goles: Villa, de penalti, y Torres, tras una jugada de libro del equipo, iniciada por Puyol, al que Andrés Montes, locutor de la Sexta, que está como una cabra y hace honor a su apellido -ya saben: la cabra tira al monte- califica como «el tiburón», la culminó «El Niño» con el 4 a 0. Un inicio de campeonato para soñar. Ningún equipo ha abierto su caja de sorpresas con cuatro goles a favor y ninguno en contra. Un Mundial de fútbol es la releche. No existe nada bajo las estrellas que movilice tantas pasiones y voluntades. Ayer, en León, muchos balcones exhibían la bandera nacional. Es una forma de transmitir la fuerza anímica a los componentes de la Selección Nacional. Es un símbolo del orgullo. De todo el país. A los majaderos que permanentemente cuestionan la integridad nacional, que ven el suelo patrio agrietado como en la peor sequía, que suponen a Cataluña como país extranjero, ahora que está en el fragor del referéndum sobre el Estatut, se les tapa la boca con facilidad: ¿Qué anagrama luce la Selección Nacional? ¿Acaso no es la estrella de Miró, logotipo de la Caixa?. Si la pela es la pela, la Caixa de Cataluña la ha puesto para financiar a la Selección Española. Y punto. No ha lugar a más debate. Pero, bueno, el equipo de Luis Aragonés actuó unido, conjuntado, como si respondiera al manifiesto de Savater, Goytisolo y Román Gubern y otros intelectuales. El éxito de España en su debú - «vamos a por ellos, oé, oé, oé»- eclipsó todo debate en Fuensaldaña. Ángel Villalba, al que le gusta el fútbol y lo practica, no logró cuota de pantalla. Y los demás, igual. El estado de la Comunidad quedó durmiendo en el sofá de la rutina. Por lo demás, lo más notable es el estudio académico en el que se pone de relieve la frustración que significa la autopista León-Astorga. Una autopista que tiene el peaje más caro de España, por la que apenas circulan vehículos, que está en reparación permanente desde que se inauguró y, para colmo, es la única que tiene Avertis que da pérdidas. No sirve a los fines de los ciudadanos ni a la propia empresa. La propuesta de los economistas de la Universidad de León parece de cajón. No es comprensible que Avertis mantenga unos peajes que ahuyentan a los usuarios. Sólo se entendería si lo que busca es utilizarlo en la negociación con el Gobierno. Pero una autopista es servicio público. Y la empresa no lo cumple cuando los vehículos siguen circulando por la N-120. El estudio de los profesores de la ULE no puede ser más clarificador.