Diario de León
Publicado por
A. González
León

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Son tiempos de reformas autonómicas y León, con todo el derecho del mundo de su parte, no quiere seguir formando parte de una comunidad en la que se ha sentido incómoda desde el primer día. Este no es un alegato contra los castellanos, a los que respeto tanto como a cualquier pueblo y que sufren en carnes propias el centralismo voraz de esta comunidad; no, no son guerras de razas ni de credos, es la justa aspiración de desarrollarnos según nuestros criterios, es el deseo y el derecho de decidir por nosotros mismos el camino a seguir, de gestionar nuestro destino. No voy a buscar argumentos históricos que justifiquen mi postura aunque estos sean numerosos; no voy a anclarme en una determinada fecha del pasado, como tantos otros, para justificar mi postura; aquí se trata lisa y llanamente de dinero, de presupuestos, de inversiones, de prioridades y de intereses. Se trata de no volver a sufrir agravios pasados y decidir qué carreteras queremos hacer, qué parques tecnológicos queremos tener, qué suelo industrial queremos ofrecer, cómo cuidar de nuestros recursos naturales, cómo preservar nuestras raíces, cómo administrar nuestras aguas, nuestros regadíos (que para eso son nuestros los pueblos anegados) y dar de beber a nuestros campos. En definitiva, queremos jugar todos con las mismas reglas y no tener que estar enfrentados permanentemente con Valladolid. ¿Dónde está el problema? ¿Por qué se rasgan las vestiduras en Pucela? ¿Qué oscuros intereses tienen? ¿Es que, en un estado libre y democrático, hay que mantener a la fuerza al personal bajo una bandera determinada? Que nos digan donde está el problema y les diremos dónde se encuentra la solución. Se supone que cada pueblo tiene que decidir en qué posición quiere jugar dentro de este gran equipo que llamamos España; ¿por qué los leoneses no podemos hacerlo? Se están gastando cantidades importantes de euros del erario público en campañas institucionales para convencernos de una identidad inexistente. Todavía pude leer, perplejo, en el Norte de Castilla del cuatro de junio que 9 de cada 10 habitantes de Castilla y León se sienten castellanos y leoneses. Digo yo que esa encuesta debió hacerla la señorita Pepis. ¿A quién pretenden engañar? Si fuera cierto eso sería un peligroso caso de doble personalidad y habría que recordar que así empezó el doctor Jekyll y todos sabemos como acabó Mr. Hyde. El sol de junio, por tempranero, produce estas alucinaciones. ¿Cómo puede existir un amor tan profundo? ¡Cuánto nos quieren! ¡Cómo me duele tanto afecto, tanta pasión! ¡Qué posesivos! Sólo les falta decir: o mío o de nadie. Yo estudié en la escuela que la región leonesa se componía de cinco provincias (ahí están los textos para el que quiera consultarlos) y la castellana de seis de las cuales se disgregaron dos para formar las comunidades autónomas de Cantabria y La Rioja, y nadie se rasgó las vestiduras. No obligamos a nadie a sentir lo que no siente, a diferencia de los que nos gobiernan desde Valladolid. Está claro quiénes son los mayores interesados de que todo siga igual; si la región Leonesa obtuviera la libertad y se formara en comunidad autónoma ¿no reclamaría Burgos la capitalidad de la comunidad castellana y potenciaría el eje que la une directamente con Madrid (y que prestaría mejor servicio al resto de las provincias castellanas) restándole protagonismo a Pucela. En este querido país, como ya comentamos someramente, hay comunidades uniprovinciales que funcionan maravillosamente y que en el caso de que Zamora y Salamanca decidieran no seguir nuestros pasos (lo que lamentaríamos) ¿Por qué no íbamos a poder ser como Asturias, Cantabria, La Rioja o Murcia? Los leoneses, desde la cordillera cantábrica hasta la Sierra de Béjar, tenemos que hacer memoria de estos veintitantos años de gobierno autonómico y preguntarnos ¿Qué fue de nuestro desarrollo, de nuestra población; qué de nuestra riqueza; cómo hemos ido hacia atrás; donde se han concentrado la mayor parte de los esfuerzos institucionales por captar empresarios, cupos agrícolas o ganaderos, dónde se han realizado la mayor parte de las inversiones en infraestructuras, en autovías, en aeropuertos (no olvidemos el apoyo recibido por el aeropuerto de Villanubla -Valladolid- en detrimento del resto); qué provincias han crecido en población y cuales han menguado; por qué no hay un polígono tecnológico en cada provincia; es más: por qué ese empeño de que sólo existiera el de Boecillo (Valladolid) cuando en otras comunidades cada provincia cuenta con el suyo? y no debiéramos de olvidar preguntarnos ¿por qué nuestros diputados autonómicos no han defendido los intereses que representaban? ¿Cuántas autovías tiene Valladolid? Pues como el diseño es radial podríamos decir que casi todas; en León la cuestión es bastante diferente; si vamos hacia el norte nos encontraríamos con una autopista de peaje, si vamos hacia el oeste nos encontramos con otra de las mismas características que la anterior, si decidimos ir hacia Zamora o Salamanca en Benavente se nos acaba la A-66 (estatal), si por casualidad nos da por ir a Valladolid nos tenemos que conformar con una carretera de tiempos de la reconquista, hacia Burgos tenemos una autovía que prometieron construir en 4 años y pasó por las manos de varias legislaturas para sacarle rendimiento político. ¿Para cuándo la autovía de la plata? ¿O es que no interesa comunicar Salamanca, Zamora y León? Las obras no sólo hay que hacerlas (aquí ni se hacen) sino que hay que hacerlas en la medida apropiada y en el tiempo oportuno. Ahí tenemos el polígono tecnológico de León, en plena construcción, poco más extenso que una chincheta, saturado antes de terminarse sólo con la ubicación en él de las industrias repartidas por el casco urbano; a Siva (afortunadamente) ocupará una buena parte de él. ¿Cuántos años ha tardado en hacerse y qué fue de compañías emblemáticas como Telefónica, que hoy se encuentran en Pucela? ¿Qué pretenden hacer con otra gran compañía asentada en nuestro territorio, léase: la antigua Renfe hoy día dividida en dos: Adif y Renfe operadora? Viendo esto podemos decir que nuestros políticos regionales no son serios y los municipales debieran ponerse las pilas. ¿Y los enfrentamientos del gobierno central con el autonómico por las continuas trabas de este último para desarrollar el Inteco? Si este proyecto fuera para Valladolid dudo mucho que encontrara tantos obstáculos. ¿Y quién pierde en esta pelea de gallos?: León. ¿Y los fondos para el Oeste? (es decir: las provincias de Salamanca, Zamora y León) prometidos por el gobierno central y en los cuales quiere meter la mano el gobierno autónomo con la misma avidez que demostró con los fondos mineros y, no nos quepa duda, con los mismos resultados de llegar a conseguirlo (y aquí sólo me hago eco de lo que la prensa nos ha informado a lo largo de los años y cómo se encuentran las cuencas mineras). Hoy nadie se cree eso de hacer de Valladolid el núcleo industrial que tire del resto de la comunidad, más bien se percibe el vampirismo de la ya nombrada sobre el resto de provincias que la rodean. Es evidente que pesan más los intereses de partido que el desarrollo del pueblo al que representan. Ya dicen por ahí que nuestros políticos sufren fuertes dolores de espalda de tanto acudir disciplinadamente al pesebre del partido, y eso sólo tiene una cura: erguirse y dar un paso más en la evolución. Dice la sabiduría popular que dos no se entienden si uno no quiere y si consideramos que el estado central es el oferente que cada uno saque sus conclusiones.

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