Diario de León
León

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SERÉ claro desde la primera línea: sí en mi nombre al inicio de conversaciones con Eta. Pero  también digo: no en mi nombre  a que los dos monstruos que asesinaron a José Luis Caso y a Miguel Ángel Blanco puedan obtener algún beneficio de los posibles acuerdos, pues donde no hay arrepentimiento no debe existir magnanimidad.  El Gobierno está ante uno de los retos más difíciles y éticamente complejos de nuestra Historia, pues la única paz posible y duradera es aquella  que sea aceptada por la más amplia mayoría, y de la que no pueden quedar fuera las víctimas ni los populares. Si obviamos ciertas consignas injuriosas coreadas en concentraciones, fruto del odio más irracional, es indudable que hay muchas personas a quienes repugna que se inicien las conversaciones con Eta, y  no es sólo un sentimiento respetable sino comprensible. A mí también me repugna,  pero mucho más habrá de repugnar a quienes  tengan que dialogar con asesinos de compañeros. Pero hay que intentarlo. Por ello digo: sí en mi nombre a todo diálogo con terroristas que se establezca desde la  superioridad del Estado de Derecho,  con el máximo consenso de fuerzas políticas y sociales,  para defender los intereses de España, en nombre de la dignidad y de nuestras convicciones colectivas. Y añado: no en mi nombre a los gurús mediáticos, al electoralismo (contra el Gobierno o contra la oposición), a cuestionar a quienes su dolor o sus principios les impiden asumir otra posibilidad que la derrota policial de Eta, a silenciar a quienes han luchado por  la paz y ahora sus opiniones son incómodas, a una prudencia que beneficie a los verdugos sobre las víctimas . A todo lo dicho... sí y no. 

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