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León

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Entre los antiguos ástures que habitaban el norte de la península Ibérica había un pueblo que representa especialmente a los habitantes de la actual región leonesa: era el pueblo lanciense. Habitaban el territorio comprendido entre las montañas asturleonesas y el río Duero y desde el río Cea hasta Villafranca del Bierzo. La capital de este pueblo era la ciudad de Lancia, considerada la mayor ciudad ástur. Lancia estaba situada cerca de la actual Villasabariego, al lado de Mansilla de las Mulas. Cuenta la Historia que los lancienses fueron el último pueblo en ser vencido por los romanos, algo que sucedió durante el Imperio de Augusto. La causa de la derrota fue, como siempre, la traición de algunos lancienses. El historiador romano, Tito Livio cuenta que los ástures y los cántabros fueron los más difíciles de vencer y los últimos en caer bajo la obediencia de Roma. Incluso, después de la caída de Lancia, los ástures se sublevaron en repetidas ocasiones contra los romanos. Ésta fue la causa de la fundación de la ciudad de León. Los romanos querían evitar las amenazas continuas de los levantiscos ástures. Así era hace más de dos mil años la identidad de los antiguos leoneses, sin duda un pueblo hispano distinto, diferente a los demás, que ha llegado a nuestros días como veremos a continuación. Sampiro, el historiador zamorano, nacido el año 950 nos cuenta en su Criticom que el Rey Alfonso III el Magno extendió su Reino hasta el Duero, repoblando y fortaleciendo toda la Ribera del Duero. Su hijo, García I, primer Rey de León continuó repoblando las poblaciones del Duero. La repoblación se hizo principalmente con ástures. Fue sin embargo el Rey Ramiro II el que fortificó y repobló hasta la Ribera del Tormes, repoblando poblaciones como Salamanca y Ledesma. La repoblación se hizo con zamoranos, leoneses y gentes de la llanura leonesa principalmente. Las tierras que actualmente ocupan las provincias leonesas de Salamanca, Zamora y León quedaron en tiempos de Ramiro II perfectamente asentadas en su estructura étnica e identitaria. La Historia es muy clara. Desde entonces no hubo más invasiones de reconquista por parte de los musulmanes. Solamente Almanzor invadió estas tierras, pero nunca las ocupó. Se limitó a destruir todo lo que encontraba en su camino y a saquear todo aquello de valor. A partir del reinado de Alfonso V, las tierras leonesas no volvieron a ser invadidas. Estos son unos pocos argumentos que demuestran la profunda identidad de la región leonesa, una identidad que, en mi opinión, no la hay más fuerte en España ni siquiera igual si creemos a Julio Caro Baroja, «difícilmente se podrá encontrar en toda Europa una región en la que los elementos de la cultura se hallen tan en armonía con los datos de un pasado remoto como León Después de la unión con Castilla el año 1230 en la Corona de Fernando III, el Santo, el Reino de León conservó sus leyes, sus costumbres, su idioma, etc. independientes de las castellanas. No hay un solo argumento histórico que demuestre lo contrario. Es más, la cultura, el idioma, etc. leonesa tuvo más puntos de conexión con Asturias, Galicia, incluso con Portugal que con Castilla. Ni siquiera existe el argumento de repoblación de castellanos en tierras leonesas. Al contrario, fueron gentes de Galicia, Asturias y León las que emigraron al resto de España y muy especialmente al sur tras la expulsión de los moriscos. Hay argumentos que parecen insignificantes, pero que no lo son. Así, los estudiosos de la medallística saben que desde Fernando III hasta Felipe III todas las medallas oficiales conocidas, que no son pocas, tienen en el anverso un león y en el reverso un castillo, como si quisieran demostrar que León es una cosa y Castilla otra. Lo que está haciendo el Gobierno Autonómico con la región leonesa es una infamia. Y tan infames son los que lo hacen como los que lo consienten. No le parece bastante ocultar su Historia e intentar destruir su identidad, sino que oculta hasta el nombre. A la región leonesa la llama el Oeste de la Autonomía. Esta Autonomía es una región, que se llama Castilla con una parte occidental que la llaman el Oeste de una forma despectiva, como si fuera salvaje al estilo película americana. Hasta en la manera de comunicarse ocultan el nombre de León. Tanto los dirigentes políticos como los diversos medios de comunicación, tal vez presionados por ellos, jamás dicen gobierno autonómico, dicen siempre gobierno de la región ¿de qué región? Naturalmente hablan de Castilla. Todo lo refieren a Castilla: feria regional, exposición regional, cultura regional, siempre regional. Si esta Autonomía tiene dos regiones y solamente hablan de una región, está claro que se refieren siempre a Castilla. León no existe, solamente es el Oeste inculto y salvaje Los políticos leoneses no se libran de la culpa de semejante infamia. Ellos son los primeros en utilizar la palabra región en lugar de autonomía. Esto no va a cambiar porque no es fácil, ni siquiera es importante cambiar personas Lo importante sería un cambio de mentalidad. Se necesitan políticos, que, con sólo oír la palabra León, debieran estimularse todos sus sentimientos leoneses a favor de esta tierra como lo haría un gallego al oír el nombre de Galicia o un catalán al oír el nombre de Cataluña. Ser leonés fue siempre sinónimo de hombre íntegro, valiente, amante de su tierra. Pero ser leonés parece ser sinónimo también de traidor a la tierra que le vio nacer y de pasar de todo mientras no se le toque a su patrimonio. ¿Qué queda de aquellos leoneses, rebeldes a los romanos, intrépidos ante los musulmanes, capaces vencer a unos y otros por la defensa de su tierra? Ante los romanos fueron los últimos en caer y ante los musulmanes fueron los primeros que les hicieron morder el polvo de la derrota, hasta el punto de llegar al Duero siglos antes que aragoneses y catalanes al Ebro. ¿Qué nos queda? Hemos pasado de ser el Reino más importante de la Península a ser una simple colonia castellana, el «oeste» de la región. De todo esto se debe deducir que los males de la tierra leonesa no vienen de la ineptitud de los propios leoneses sino de la mano solapada de políticos pucelanos y por supuesto de políticos leoneses que se han dejado seducir como en los tiempos de Lancia.