Diario de León
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León

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Es noticia si una mujer es maltratada por su pareja; pero no lo es cuando una pareja se quiere y respeta. Es noticia si se produce un asesinato; pero no lo es cuando un médico salva una vida. Es noticia cuando una madre abandona a un hijo; pero no lo es cuando otra madre se desvive por su hijo. Es noticia cuando una persona es corrupta y defrauda; pero no lo es si es honesta y honrada. Es noticia si alguien contamina gravemente; pero no lo será si hace un tratamiento adecuado de los residuos. No diré yo que las malas noticias se deban callar; pero, ¿no nos estaremos equivocando al resaltar tanto las miserias humanas y valorar tan poco las virtudes? ¿Podría una sociedad volverse negativa a base bombardearle con noticias negativas? ¿Acaso no se producen en el mundo más noticias buenas que malas? Es indudable que la denuncia y la crítica es necesaria; pero, también lo es la alabanza. Se crece y se avanza reforzando lo positivo; porque la alabanza de lo bueno y virtuoso anima, estimula, contagia y crea confianza en los ciudadanos y en el futuro. Por tanto, animo a que no nos olvidemos de las cosas buenas que ocurren todos los días en el mundo e intentemos ser más positivos. Y, para que no se nos olvide, propongo que se declare el «Día Mundial de las buenas noticias» para que al menos durante ese día sólo se publiquen y comenten buenas noticias. Quien sabe, a lo mejor funciona. Sobre todo en la superficie de tierra. A pesar de que todavía hay quien niega la evidencia y busca algún «pero» allí donde todo está más que claro. ¿Qué le hemos hecho nosotros a estos franceses para que nos quieran tan mal? ¿Acaso es una deuda histórica que venimos arrastrando desde que echamos a Bonaparte y sus tropas de España? ¿O es que les fastidia que los españoles les lleven los títulos? Pues bien, la gesta en la final de Roland Garros no deja lugar a dudas, que no le busquen tres pies al gato. Ganó el partido y el torneo limpia y valientemente y aquellos de ese país que lo han aceptado con total sinceridad: ¡olé por ellos!, los demás, «ajo y agua» que se suele decir en el argot popular. Sigo pensando y diciendo lo mismo que hace algún tiempo: Rafael Nadal es un gran luchador, nunca se da por vencido; una persona noble, sencilla, siempre dispuesto a contestar a quien le pregunte, amable con todo el mundo, buen carácter, un caballero, y mientras no cambie sería injusto decir otra cosa. Se ha ganado -por 2º año consecutivos, no lo olvidemos- el trofeo y yo me alegro por él, por los suyos y por todos en general, que algo también nos toca. Creo que es un buen ejemplo para muchos y sería bueno que hubiera más así, no sólo en el deporte, también en las demás facetas de la vida. Anselmo A. Martínez (Veguellina de Órbigo).

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