Diario de León

DESDE LA CORTE

Una interpretación de Grande-Marlaska

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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EL JUEZ Grande-Marlaska tiene alborotado el gallinero político. Sus actuaciones en busca de las sendas de la extorsión de ETA han creado dos frentes de opinión: el de quienes lo elevan a los altares por su valentía, y el de los críticos, que lo ven como un dinamitero que pretende poco menos que reventar la negociación con ETA. El primer sector está encabezado por el PP. En el segundo se integran socialistas y nacionalistas, que han llegado a acusarlo de buscar notoriedad. Los medios informativos parecen divididos también en las mismas líneas de defensa y ataque. Como siempre ocurre, Grande-Marlaska no es tan arcángel ni tan diabólico. Como todo hombre público, situado ante los focos de los medios, ve, oye y anota todo lo que se dice de sus actos. Como magistrado, siente la presión que se ejerce sobre él. Como persona, a ratos se siente agobiado y a ratos con un protagonismo que le cae encima como si lo hubiera buscado. Inevitablemente, siente miedo escénico y vértigo por el alcance de sus actos. Y ha encontrado una forma de salir de ese miedo: moverse de acuerdo con las líneas que le marca la Ley. Ni más ni menos. Es lo que hizo durante los últimos días: entendió que Otegi iba a Barcelona como portavoz de Batasuna, y le aplicó la suspensión de actividades que pesa sobre ese partido ilegal; encontró documentación que implica a Gorka Aguirre en el mecanismo de extorsión, y no tiene en cuenta su militancia en el PNV; vio que Arzallus puede aportar luz, y lo llama como testigo; y tropezó con documentación de ETA que agradece a dos empresarios navarros su contribución de 64.000 euros, y los manda detener. ¿Por qué esa contundencia, cuando nunca hubo medidas así contra todos los que han pagado? Porque tiene indicios de que han contribuido por voluntad propia. ¿Y por qué los puso ayer en libertad? Porque no se pudo probar esa contribución. Es la palabra de los empresarios contra los papeles encontrados a ETA o la declaración de los detenidos en la última redada. Así de sencillo. A Grande-Marlaska no se le puede reprochar, por tanto, ningún tipo de afán personalista ni de comportamiento de juez estrella. Sí se le puede echar en cara el momento: en vísperas de la intervención de Zapatero en el Congreso; cuando se dañan las apariencias de ausencia de violencia; cuando la «otra parte» (Batasuna-ETA) reclama que cesen las hostilidades judiciales¿ Dicho en lenguaje de copla: ni con actuación ni sin actuación tienen sus penas remedio. Si actúa, es malo para unos; si no actuase, sería malo para otros. Y entre los riesgos de que le acusen de prevaricación o ineficacia o le acusen de cumplimiento de su deber, ha escogido lo que tranquiliza su conciencia. Eso es todo.

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