Diario de León

DESDE LA CORTE

A deshacer la mitología Aznar

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FERNANDO ONEGA
León

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«A LA MEJOR prostituta se le escapa un pedo», dice la literatura más tremendista de este país. Traducido al lenguaje políticamente correcto, del que nunca debiera salir este cronista, significa: «Al mejor escribano se le escapa un borrón». Y a don José María Aznar, ejemplo de honestidad económica, castigo de todas las corrupciones habidas y por haber, se le escapó un borrón, vaya por Dios. Desde el año 2004, una sociedad familiar de su propiedad ha efectuado trabajos de asesoría para la compañía News Internacional, el famoso imperio Murdoch. Por ese trabajo ha percibido ingresos de diez mil euros mensuales: una cantidad habitual en ese tipo de actividades y muy razonable para la talla del señor Aznar. Urge decir que ese trabajo empezó a ser desarrollado cuatro meses después de abandonar la Presidencia del Gobierno. No hay, por tanto, nada que objetar ni desde el punto de vista legal ni del punto de vista ético. José María Aznar tiene todo el derecho del mundo a desarrollar las actividades para las que está capacitado. Es más: el hecho de que haya comenzado a trabajar tan pronto indica que sus ahorros como presidente no le permitieron siquiera medio año sabático dedicado al descanso absoluto y a la contemplación. Quiero decir con toda claridad que Aznar no se hizo rico en el poder. Ha tenido que seguir ganándose el pan como cualquier currante, y con la retribución que corresponde a su sabiduría, experiencia e influencia acumuladas. ¿Dónde está, por tanto, el problema? ¿Dónde está el borrón, por no citar la otra palabra? En un detalle menor, pero susceptible de gran explotación política: se ha olvidado de comunicar esa labor de asesoría remunerada al Registro de Actividades. Todo miembro cesante de un Gobierno está obligado a esa declaración durante los dos años siguientes a su cese, por si incurre en alguna incompatibilidad de las previstas por la ley. Y el señor Aznar, una de dos: o se olvidó de ese trámite, o entendió que, al ser una actividad muy privada y además efectuada a través de una sociedad, no tenía obligación de hacerlo. Más delicado puede ser otro perfil. Durante los dos años preceptivos, Aznar colaboró a través de sociedad. Pasados los dos años, se desprende de esa pantalla y es nombrado consejero de Murdoch. Si los socialistas quieren hacer sangre, ahí tienen material para lanzar sospechas, con razón o sin ella. De momento, hay que ver la rapidez con que el ministro Jordi Sevilla ha denunciado la falta de comunicación al Registro. Se trata de demostrar que Aznar no es tan puro como dice su mitología. Se trata de devolverle lo que ha dicho sobre la corrupción felipista. Lo están esperando. Le tienen ganas. Suenan tambores de venganza.

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