Diario de León

DESDE LA CORTE

Buena, incompleta, polivalente

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FERNANDO ONEGA
León

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ZAPATERO va a iniciar la acción más arriesgada de su vida. Va a intentar lo que intentaron todos sus antecesores. Va a meterse en la aventura de terminar con el terrorismo por la vía del diálogo. Ya es inminente. Acaba de abrir la fase de la negociación. Lo de menos ha sido el procedimiento para anunciarlo, ciertamente discutible. Lo trascendente es que la decisión es irreversible. Ya atravesó el punto de no retorno. Ya sólo puede contemplar dos desenlaces: el éxito o el fracaso. El éxito supondría su glorificación como pacificador. El fracaso, una enorme decepción social y su descrédito por ingenuo. Su declaración ha sido incompleta, porque no respondió a todos los interrogantes. No aclaró, por ejemplo, si mantiene su autorización a los contactos directos con Batasuna. No detalló si habrá diálogo político al mismo tiempo que se habla con ETA. Esas lagunas -quizá inevitables- tienen una primera consecuencia: el PP le sigue negando su respaldo. Mejor dicho, lo limita a las formulaciones iniciales: apoyo sí, pero sólo para terminar con el terrorismo. Ni una concesión más. Formalmente, la declaración es irreprochable: la paz como tarea de todos, supremacía de la Constitución, respeto a la legalidad, vigencia de la Ley de Partidos, memoria de las víctimas. No hay una frase que hiera la sensibilidad de los constitucionalistas; ni nada que vulnere, en principio, la dignidad del Estado; ni nada que suene a rendición ante los terroristas, como dice determinada propaganda. Al revés: el presidente se ha preocupado de anunciar que no se pagará ningún precio político. Digamos que esa parte del discurso ha sido dirigida a la sociedad que asiste inquieta al desarrollo de los acontecimientos y a todos quienes leemos incrédulos las manifestaciones soberanistas del entorno etarra. Pero hay otra: Zapatero ha seguido también una parte del guión de los terroristas. Lo hace cuando anuncia que «respetará los decisiones de los ciudadanos vascos que adopten libremente». ¿Esto qué es? ¿El referéndum del futuro estatuto de autonomía? ¿La consulta popular que propone Ibarretxe? ¿O el ejercicio de la autodeterminación que pide Batasuna? Todavía no lo sé. Pero es, desde luego, una terminología muy parecida a la usada por todo el nacionalismo vasco. Es, por tanto, un guiño para facilitar la negociación. Con todo ello, estamos ante una declaración polivalente. Muy retórica en algunos de sus párrafos, muy genérica en otros, pero con tres fines: poner en marcha el proceso, tranquilizar a la mayoría social y no provocar de entrada el rechazo de la «otra parte». Con todos los reparos que se puedan poner, no se me ocurre otra forma de echar a andar. La negativa del PP ya estaba descontada.

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