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DESDE LA CORTE

Zapatero, frente a la opinión

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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IMAGINAOS el despertar del presidente del gobierno un día como el de ayer. Le habrán pasado la prensa, y habrá leído algunos elogios, algunas esperanzas, pero también solemnes descalificaciones. Ayer se han publicado informaciones y comentarios que hablaban de rendición del Estado; que decían que entierra la Constitución; que se pliega ante las condiciones del nacionalismo y de un partido ilegal como Batasuna, o que abre la autodeterminación. Estas últimas acusaciones se hicieron -y se seguirán haciendo- de forma rotunda, señalando a Zapatero como un presidente débil y acorralado, incapaz de hacer valer las leyes y el peso de la nación española. Todo eso ocurría a las pocas horas de que el mismo presidente pidiese la colaboración de los medios informativos. Quizá la tenga, pero con esta salvedad: quienes coinciden con la filosofía del PP no le otorgarán ni el beneficio de la duda. Yo lo entiendo: igual que vieron en el Estatuto de Cataluña una certeza de ruptura, ahora ven que la ruptura de verdad puede venir del País Vasco. Y con más gravedad: en Cataluña, las discrepancias eran ideológicas. En el País Vasco, Batasuna habla de ETA, banda de asesinos, como garante del proceso. El presidente puede hacer cometido un error de comunicación: no supo garantizarse el respaldo de la opinión publicada. Se lanzó a la arena excesivamente confiado en su capacidad de seducción. Cayó en el pecado que tanto se le atribuye: lanzar mensajes que se traducen en un «confiad en mí». No tuvo la habilidad de ganar previamente a los medios. Resultado: afloró un frente de rechazo demasiado amplio. Es un anticipo de división social. Eso es lo peor. Peor que el «no» del PP, que todos teníamos descontado. El diálogo con ETA se puede abrir sin ese partido, pero no con un amplio sector de la opinión en contra y dispuesto a una crítica tan despiadada. Es, como digo, lo peor de este comienzo de la aventura. Un fallo de primerizo. ¿Corregible? Sólo con hechos. A quien -supongo que honradamente- contempla la liquidación constitucional, sólo se le pude convencer con hechos, que tardarán mucho en ser visibles. A quien asiste desconfiado a la buena acogida de los nacionalistas no le tranquilizan nada las apelaciones presidenciales a la legalidad. Y a quien teme que Zapatero pueda ser rehén de su propia necesidad de éxito, tampoco le tranquilizan las expresiones de buenismo. Una vez le dijeron a George W. Bush ante la guerra de Irak: «Señor presidente, acaba de empezar a actuar la mayor potencia del mundo». ¿Quién es?, preguntó Bush. «La opinión pública, señor». En España también acaba de irrumpir. Si José Luis Rodríguez Zapatero quiere ganar esta batalla, la tiene que tener a su favor. Es muy poderosa.

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