Igualdad sí, pero de verdad

CUALQUIER medida que fomente la igualdad de hecho y de opciones entre hombres y mujeres debe de ser bienvenida, aunque no aplaudida sin cierta crítica cuando supone un arma de doble filo. Las mujeres llevamos muchos años denunciando que las que trabajan en el sector privado perciben un salario inferior que sus compañeros varones por igual trabajo y con la misma formación, pero intentar solucionarlo imponiendo unas medidas que afectan al funcionamiento interno de las empresas incitando a los Consejos de Administración a ascendernos a golpe de decreto es como comenzar la casa por el tejado. Las actuaciones encaminadas a la igualdad deben partir de la base, con una labor de concienciación social e incentivos eficaces y de larga duración. No pueden ni deben responder a esporádicas campañas de imagen. Nadie debería de tener la opción de contratar a una mujer por un sueldo inferior a un varón ni a discriminar por razón de género en igualdad de capacidad y formación. Además, es preciso animar a las empresas a contratar y ascender a las mujeres eliminando la única justificación que esgrimen para no hacerlo: la maternidad. Y es que si se quiere evitar la caída demográfica mientras se mantiene y acrecienta la aportación de una fuerza laboral clave para el desarrollo del país, como es la femenina, es preciso ir más allá, tal y como hacen otras naciones europeas, permitiendo que la madre deje de trabajar o trabaje sólo media jornada durante uno, dos o tres años, mientras cría a sus hijos pequeños, percibiendo una ayuda económica suficiente y razonable, y no sólo los cien euros que aporta la comunidad autónoma. Se requiere un apoyo decidido a las empresas, beneficiando la contratación femenina, la de sustitutos durante su maternidad y el mantenimiento del puesto de trabajo. Cualquier otra medida sólo será un pequeño parche que ni engaña ni satisface a la mayoría de las mujeres, que pensamos que resulta harto difícil compatibilizar la maternidad con la vida profesional y no nos queda más remedio, muchas veces, que renunciar a una u otra para seguir adelante.