AQUÍ Y AHORA
Tormenta en el desierto
INFORMATIVAMENTE tapadas por los graves acontecimientos en Gaza, las elecciones legislativas del jueves en Kuwait han merecido un limitado eco informativo, pero constituyen una verdadera tempestad política: la oposición gana y progresa y en ella el factor islamista es gran beneficiario y el que más crece. Aunque el Parlamento tiene 65 escaños, se elegía a 50; 15 son miembros del Gobierno directamente nombrados en lo que aún es una democracia limitada, pero muy estimable para los estándares regionales. La alianza opositora confirma su avance y reúne 36 de los 50 asientos, de los que 21 (antes 18) son islamistas y cinco de ellos directamente miembros de la rama local de los Hermanos Musulmanes. Unas fuentes han descrito la jornada como una victoria de los reformistas y otros de los islamistas. Y la aparente contradicción no es tal en Kuwait, donde el combate contra la corrupción en los altos niveles y el papel estelar y sofocante de una parte de la dinastía está animada por algunos liberales, los islamistas e independientes: todos reformistas. La lección de la jornada es variada y, más allá de posibilitar la aparición de una mayoría clara favorable a la reforma electoral traduce y confirma lo sabido: en cuanto hay elecciones genuinas en el mundo árabe, los islamistas avanzan. Con un tono entre pragmático y solvente lo reconocía así hace un par de semanas en el coloquio de Sitges Javier Solana. El auge del islamismo político es el gran tema regional, como se acreditó con las legislativas en Egipto, sucederá en Marruecos si alguien no lo impide el año próximo y está ocurriendo en Argelia y en Siria Un fenómeno imparable en el que no está claro si la conducta de Israel en Gaza y contra el gobierno islamista elegido es muy juiciosa.