Tiempo de Justicia

TODOS HEMOS respirado aliviados al conocer la sentencia que condena a Txapote y a su compañera a cincuenta años de cárcel por el asesinato de Miguel Ángel Blanco. A lo execrable del crimen, que nadie ha olvidado pese a haber transcurrido ya nueve años, se ha unido en el imaginario colectivo la detestación producida por el espectáculo obsceno que depararon los sayones en la jaula de la Audiencia Nacional, donde parecieron más fieras sanguinarias y abyectas que seres humanos. Esta disposición de la opinión pública, generada o estimulada por los propios terroristas inclementes y arrogantes, dificulta evidentemente el llamado proceso de paz. Porque existe muy poca predisposición al perdón y al olvido, no sólo entre las víctimas sino tampoco entre el común de los ciudadanos. Éste es todavía tiempo de Justicia, no de magnanimidad. eberían verlo y entenderlo así tanto los líderes democráticos que se han embarcado en el audaz intento pacificador cuanto los proscritos que buscan -¿buscan, realmente?- una oportunidad de insertarse en la sociedad democrática.