Cerrar
Publicado por
FEDERICO FERNÁNDEZ DE BUJÁN
León

Creado:

Actualizado:

ANTE una tragedia de las dimensiones de la acaecida en el Metro de Valencia, uno siente la necesidad de parar el ritmo frenético de la vida y detenerse a pensar. Lo primero que nos asalta es: ¿y si hubiera sido yo, o alguno de los míos? Desde esta reflexión, es fácil ponerse en el lugar del otro y preguntarse: ¿Cómo estarán los familiares de los muertos y de los heridos? En ese momento, cuando ya hemos salido de nosotros mismos, que es donde casi siempre estamos, podemos conmovernos ante la desgracia ajena. Puede que la expresión sea más propia de la naturaleza femenina, ya que conmoverse supone remover las entrañas, moverse a la ternura. El varón se conmueve, en base a esa parte de feminidad que afortunadamente tiene. Compartir el dolor nos hace más buenos. La condición humana saca lo mejor para estar al lado del otro. Nos condolemos, hacemos nuestro su dolor y el dolor compartido es menos dolor. En las esquelas se dice: se recibe duelo. Nuestro duelo, nuestro pésame, trata de aliviar el suyo. El lenguaje, fiel reflejo de la realidad, no tiene expresiones equivalentes a compasión o condolencia para expresar el hecho de compartir la dicha o el gozo. ¡Qué extraña condición humana más proclive a compartir el dolor que la alegría! Además, ante un gran dolor, cualquiera deja a un lado todo reproche. En el tanatorio o en el hospital, toda disputa se desvanece. Una boda puede no ser suficiente para restañar una herida, un funeral o un accidente, sí. Afirma Pascal que el corazón tiene razones que la razón no comprende. El Papa, sensible a nuestro dolor, ha cambiado su programa en Valencia. Desde el Aeropuerto su primera visita será a la estación de Metro donde se produjo la desgracia. Allí estará y rezará. La familia es el refugio principal del hombre cuando le sacude el dolor, por ello, el Papa considera que las familias protagonistas de su Encuentro son las familias que hoy sufren. Allí estaremos todos, al lado de Violeta, esa niña que se ha convertido en símbolo de las victimas. Y nos gustaría estar como ese hombre de la fotografía que la llevaba estremecido entre sus brazos, portando su dolor y aliviando su sufrimiento.

Cargando contenidos...