Gora San Fermín

ACERCÓ la mecha del chisquero al cohete y cuando éste salió disparado en busca de las nubes, gritó desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona: «¡Vivan las fiestas de San Fermín!». La plaza era como una jauría humana en blanco y rojo. Como autómatas respondieron: «¡Viva!». Ni siquiera contemplaron lo que algunos han valorado, en no sé qué términos políticos, como la muerte del término tradicional: «¡Gora San Fermín!». El chupinazo ha dado luz verde a la fiesta más insólita, internacional y desproporcionada de las que se celebran en nuestro país. Las supera a todas, incluida la Feria de Abril sevillana. Yo estuve un año, no vi ningún encierro, no palpé lo que definen como el embrujo de la calle Estafeta, no vibré con peñas y bailes. Creo que el primer día empalmé la trompa consiguiente de toda la semana. Tampoco asistí a una corrida de toros, pero sí dormí anochecidas en los jardines. El despertador era como un martillo pilón en el yunke del herrero. Siempre el mismo estribillo: «Que se ha escapao, que se ha escapao, el carrito del helao». San Fermín acabó con mi afición festiva. Sin duda, ni mi humor, ni mi resistencia, ni mi disposición se parecían a las de Hemingway, quien tenía probada capacidad para la orgía. Hay quienes han editorializado con el cambio de la fórmula al lanzar el chupinazo. Han visto la modificación del «Gora» con el «Viva», como una bandera blanca a favor de la primera entrevista entre Patxi Lopez y Otegi. O sea, la primera reunión en la búsqueda de un futuro sin violencia. Me parece absurdo. La reunión entre socialistas vascos y batasunos, no prohibida por el juez Garzón ni descalificada por la fiscalía, constituye la foto de la esperanza. Por algún sitio tenía que comenzar. Una reunión a la que el PP calificó de ilegal e inmoral. Mariano Rajoy ha venido a decirle a Rodríguez Zapatero: en esta aventura no cuente con nosotros. Usted se representa a sí mismo, al partido socialista o al Gobierno, pero en ningún caso al Estado. Su argumento supremo es que antes de la foto, Eta/Batasuna debía entregar las armas y condenar la violencia. Una pretensión angelical. Si ello fuera así, ¿para qué la negociación?. No cabe duda alguna que el proceso será largo, duro y difícil. Y más aún con la posición numantina del primer partido de la Oposición. Las protestas de ayer ante la sede del hotel donde se llevó a cabo la entrevista y ante el monumento a la Constitución pueden ser una broma ante lo que se avecina. Hay demasiados cepos levantados para no permitir el éxito del viaje. Pero dejemos Navarra con su ruido de vino y toros, y al País Vaco en su búsqueda de la libertad plena. Ayer volvieron los Reyes a León. Presidieron la entrega de despachos en la Academia de La Virgen del Camino a los suboficiales de la nueva promoción. Complementando a Sus Majestades estaba el ministro de Defensa, el leonés José Antonio Alonso. El ministro tendrá que dar respuesta no tardando a dos temas: el campo de tiro del Teleno y la cesión a la ciudad de los cuarteles de Almansa. Como leonés no podrá esconderse en el tiempo, como antes lo hicieron sus colegas.