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DESDE LA CORTE

Unas sillas, un mensaje, una madre

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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ME TENGO que confesar ante ustedes. Como cronista político, casi necesito pedir auxilio. No es que tenga el corazón partido. Tengo partidos los pensamientos, la capacidad de análisis y la sensibilidad. Como diría el poeta, tengo partido hasta el aliento. He visto las imágenes de la reunión de socialistas y batasunos, y me causa un rechazo irracional e impulsivo. Pero he oído sus palabras, y pienso que había que hacerlo. He escuchado a José Blanco cuánto ha costado reunirse con quien da dado cobertura al terror, y le creo: hace falta, por lo menos, mucha seguridad de futuro. He escuchado también a Otegi decir que habían hablado de forma civilizada, y ¿quién se puede oponer a que la palabra sustituya a las armas? Decidme: ¿quién se puede oponer? Sin embargo, en el grupo de gente que estaba a las puertas de ese hotel, había una mujer. Se llama Pilar Ruiz, y un día mataron a su hijo, Joseba Pagazaurtundúa. Ese día infame, el reunido Otegi no condenó el crimen ni lloró a la víctima; los entendió sólo como parte de su lucha. Los ojos de esa mujer no podían ver cómo un demócrata socialista le daba la mano a un terrorista, y le salió la indignación del alma a borbotones, y llamó traidores y vendidos a quienes impulsaron o toleraron ese encuentro. Esa mujer no habla de rendición del Estado. Habla como madre que se sigue preguntando para qué le arrebataron a su hijo. ¿Entendéis por qué tengo sensibilidad y pensamientos partidos? Porque hay que ser de hielo para no estar con esa madre. Pero hay que tener poco sentido de la oportunidad histórica para no percibir la necesidad de quienes administran el Estado de aprovechar el momento para que no haya más mujeres que, como Pilar Ruiz, tengan que llorar al hijo muerto. Asesinado. Mirad: yo no creo que esto sea, como sigue diciendo el PP, la rendición del Estado ante los asesinos. Confío en la dignidad de quien nos gobierna para mantener la dignidad y saber dónde están los límites. Y miro los comunicados de la reunión de ayer, y quiero pensar que ha sido buena; que al menos los socialistas pueden presentar a la sociedad lo que pretendía el juez Garzón al autorizarlos: evitar que haya más muertes en el futuro. Digo sí, por tanto, a la reunión. Pido comprensión para quienes están tratando de que el terrorismo sea un recuerdo del pasado. Pero me da miedo la escena, porque ignoro si nos han dicho toda la verdad y, aunque la hayan dicho, esa madre tiene que ser escuchada, atendida y respetada. Sobre el calor de sus palabras, creo que habría que mantener silencio hasta que lo podamos decir: «señora, el sacrificio de su hijo ha servido también para que no haya más Pilar Ruiz». Perdonadme, pero tenía que hacer esta confesión.

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