Las infraestructuras como coartada

SOSPECHO que no pocos utilizarán el informe de la Asociación Española de la Carretera, que evalúa el estado de firmes, para hacer evidente una obviedad. Y es que de los accidentes no son culpables exclusivamente los conductores. Claro que si expresamos nuestra confianza en el estudio para un aspecto, quizá tengamos que extender la credibilidad al resto. Resulta que en lo que se refiere a conservación, tanto de las carreteras del Estado como de las autonómicas, Galicia, por una vez no figura a la cola. Ni siquiera aparece entre las áreas peor tratadas, y los índices de accidentalidad son patéticos. Frente al afán de hacer un todo con las causas de la siniestralidad, parece prudente el deslinde. Ni siquiera en el caso más dramático que revela el informe, el mal estado de las barreras protectoras de los viales, cuya importancia se advierte si decimos que uno de cada cuatro siniestros va acompañado de salida de la carretera, cabe culpar exclusiva o preferentemente a deficientes infraestructuras. Cierto que esas barreras son peligrosas, pero en una inmensa mayoría de casos el que choca con ellas es porque antes ha cometido una infracción grave. Poco amigos como hemos demostrado ser de la disciplina, que es un valor democrático, ahora vamos a padecer la arremetida de quienes van a supervalorar el problema del estado de la infraestructuras. Con lo cual se devaluará, siquiera porcentualmente, la culpabilidad social de esa lacra terrible que son los muertos en carretera o los tetrapléjicos. Será bueno tener claro que aun cuando las administraciones hicieran un esfuerzo excepcional y pusieran al día todos nuestros viales, el índice de siniestralidad seguiría siendo muy elevado. Por lo menos, que los que tienen afán exculpatario para la evidente irresponsabilidad de muchos conductores, no lean el informe de la Asociación Española de la Carretera al tiempo que conducen, como si el texto fuera uno de tantos móviles que vemos manejar en cualquier vial.