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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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MIÉRCOLES, 12 de julio: noveno aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Se celebran concentraciones en 22 ciudades españolas, y asisten miles de personas. Jueves, 13 de julio: algunos diarios publican en sus portadas la fotografía de la manifestación de Madrid. En ella figuran, en primer plano, Ángel Acebes, Ana Botella, Esperanza Aguirre, Ignacio Astarloa: grandes personalidades del Partido Popular. El titular del periódico La Razón , por citar uno, dice así: «Las víctimas reviven el espíritu de Ermua». Creo que el titular más correcto debería ser mucho más triste y dramático: «Esto es lo que queda del espíritu de Ermua». Hace nueve años, la gran manifestación de Madrid estaba encabeza por los líderes de todos los partidos. La pancarta que llegó a la Puerta del Sol era llevaba por dirigentes de la derecha, el centro y la izquierda. No faltaba ninguno. No había nadie que se sintiera ajeno a aquella explosión social de dolor y condena del cruel secuestro y asesinato a sangre fría de un joven concejal de Ermua, hijo de padres gallegos. Ayer, los políticos que había en esa foto eran sólo del Partido Popular. Necesito pensar que el «espíritu de Ermua» s igue vivo e intacto en el corazón de todos nosotros. En sus expresiones públicas, es un acto de un solo partido político. Qué pena. Qué tristeza. Qué soledad. Al fondo de la foto se observa la imagen de Miguel Ángel, ese rostro atravesado por las balas de Txapote. Alguien lo lleva en un cartel que sobresale sobre las cabezas de los manifestantes. Sigue siendo un patrimonio de todos. Su sacrificio sigue siendo un símbolo de la vileza a la que puede llegar un asesino. Pero en esa concentración sólo está el Partido Popular. Qué pena. Qué tristeza. Qué soledad. Alguien dirá: el PP se ha apropiado del recuerdo de Miguel Ángel. Alguien replicará: los demás ya no están en los sentimientos que produce su recuerdo. Yo sólo sé decir: he ahí la consecuencia de la tensión política provocada por la negociación. No se expresa sólo en los discursos. No está sólo en las acusaciones que todos los días podemos leer. Está en estas expresiones populares. Unos usan la memoria de Miguel Ángel Blanco para agredir al presidente del gobierno y censurar sus iniciativas. Otros se alejan de esos actos por la misma razón. Entre unos y otros, dejan a Miguel Ángel con los dirigentes, militantes y simpatizantes del partido en que militó. Los demás, sencillamente, no están. Me da miedo. Me da miedo que Miguel Ángel empiece a ser «uno de los nuestros», en expresión de José María Aznar, y deje de ser «uno de los nuestros», como lo veíamos hace nueve años. Por par te de unos, qué dejación. Por parte de los otros, qué expropiación.

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