AL TRASLUZ
Compasión crítica
LA SEMANA que viene, otro aniversario del 18 de julio. Hace mucho que renuncié a comprender racionalmente la guerra civil. Escribo frente a mi biblioteca con cientos de libros sobre aquella tragedia.. juntos forman una coherente ópera de dolor y rabia; por separado, sólo son restos incompletos de un naufragio. Ya únicamente me interesan las interpretaciones formuladas desde la compasión crítica. No pido sólo verdad histórica, también verdad espiritual. Ni circunstancias, ni contextos históricos explicará jamás, pongamos por caso, la ejecución de maestros o de religiosos... pues hasta en las condiciones más extremas el hombre puede escoger seguir siéndolo o convertirse en monstruo. Las más siniestras formas de mal desplegadas entonces ni siquiera tuvieron que ver con la guerra misma, sino con otros oscuros callejones de la condición humana. Hoy mi compasión crítica está tanto con Héctor como con Aquiles, aunque más con el primero. Y mi desdén con los césares de pacotilla, con los revolucionarios de sí mismos, con los fascistas de pistola al cinto, con los dialécticos de nada, con los tibios que creyeron que sobrevivir lo justifica todo. Pero me exijo que ese desdén sea más luz que sombra. Sólo el amor hace avanzar a los pueblos. Creo con Levinas que hay que distinguir entre quienes no saben lo que hacen y los que hubieran debido saber lo que hacían. Y simpatizo con Simone Weil, quien estuvo unos meses en nuestra guerra, con el bando republicano, y sintió el fogonazo de lo cristiano: «No podrías haber nacido en mejor época que ésta, en que todo se ha perdido». Sí, ya sólo me interesa la compasión crítica. En esto y en casi todo.