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Publicado por
FIDEL TOMÉ PÉREZ
León

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Cuando algunas veces exploro en mi memoria, en busca de una confirmación de su estado de salud, me obligo a recitar una definición pedagógica inculcada a base de repeticiones: Paidocenosis («el conjunto de estímulos ambientales, intencionales y positivos que influyen en el hombre (hoy añadiremos «y la mujer») configurándole una forma de ser y de actuar». Y como ejemplo por excelencia se nos remitía a la escuela. En estos días en los que los diferentes agentes educativos hacemos balance del curso escolar recién acabado, se echa de menos la necesaria autocrítica y la consiguiente planificación de estrategias que caminen en la misma dirección: mejorar nuestra educación en todos los niveles. Ni siquiera la aprobación de una nueva ley educativa (la LOE), o la puesta en marcha de la modificación de la actual ley universitaria han servido para aunar a todos los sectores en busca de un sistema educativo estable. Desde la Administración regional ya se han apresurado a bombardearnos con las macrocifras del curso, aludiendo al gasto generoso en rutas de transporte, comedores, formación del profesorado, nuevos centros y construcciones complementarias¿ Es la educación en cifras. Pero como casi siempre faltan las letras. Algo no irá del todo bien, por poner algún ejemplo, cuando los padres en algunas provincias como la nuestra se han manifestado para pedir explicaciones sobre el cobro del comedor; cuando el profesorado ha necesitado convocar movilizaciones y jornadas de huelga para que finalmente se firme un Acuerdo de condiciones laborales, que desgraciadamente nos ha hurtado lo correspondiente al año 2005; cuando la cobertura legal del profesorado que asiste a actividades en el extranjero ha estado en entredicho; cuando la escolarización del alumnado sigue formando parte de un entramado impenetrable que cuanto más se burocratiza más imposible es conocer su incidencia en los centros¿ También en el balance de los responsables educativos provinciales llama la atención la autocomplacencia en las grandes inversiones y los nuevos planes educativos. Pero aún cuesta creer que la nueva Escuela de Idiomas de León abra de verdad el próximo curso. O que la de Ponferrada vaya a cumplir los plazos. Como cuesta reconocer (siempre da la impresión de que todo se le ocurre a la Administración de turno) que algunas organizaciones, como CC. OO. ya reclamamos en su día la construcción de un centro específico de Formación Profesional, que será por fin realidad en nuestra ciudad. O que Eras de Renueva necesitaba un centro de Educación Infantil y Primaria más adecuado a las necesidades de la zona (ahora toca la ampliación, sacrificando zonas del proyecto original cuyo destino era otro). Este mismo año hemos reclamado a la Dirección Provincial que no caiga de nuevo en la imprevisión en una zona que será un importante núcleo de población: La Lastra. Igualmente hemos pedido mayor atención a aquellos centros que concentran un elevado número de alumnado con riesgo de exclusión. Como la pedimos desde esta página para las zonas rurales que el señor Herrera llama zonas zep (zona de especial protección, o algo así), y para las que no lo son: porque en el medio rural se concentra un gran número de escuelas en las que las condiciones de trabajo son especialmente dificultosas (y desde luego que las clausuras de puestos y unidades no son precisamente una ayuda, ni un aliciente para los que allí quedan). Me sorprende que en días pasados la vicepresidenta de la Junta de Castilla y León haya asegurado tajantemente que el próximo curso no se cerrará ninguna escuela unitaria, para lo que se rebajará la ratio hasta tres niños por aula (en la actualidad, cuatro). A eso le llamo yo un órdago. Pero aún no sé en que Comisión se ha informado de tal rebaja, ni como va a combinar esta actitud visionaria con las numerosas clausuras que ya se vislumbran en el horizonte de julio. Tal vez su horizonte sea el de la primavera próxima, el de poder estrenar en su día el nuevo edificio de las cortes autonómicas para otros cuatro años¿ En fin, cuando hablemos de logros en el curso que ha terminado también debemos tener presentes a cuantos hacen posible que palabrejas como Paidocenosis sean una realidad y no sólo una definición: el alumnado, tantas veces utilizado sólo como estadística negativa de fracaso escolar o como inadaptado social; los padres, asociados en FAMPAS (Federaciones de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos/as), que no hampas; el personal de servicios educativos y complementarios, que desgraciadamente asiste a una privatización cada mayor en el sector y a una excesiva temporalidad en la contratación; el profesorado, al que se debe exigir en su justa medida y valorar más allá de una insignia o una campaña invisible¿ Todos son protagonistas y lo han demostrado a lo largo de tres trimestres, aunque en los diarios sólo se haga balance de cifras y de algunas letras más o menos afortunadas. Mi felicitación pues a la familia educativa y a su indudable contribución para seguir construyendo una sociedad mejor. Salud y buenas vacaciones.