Diario de León

DESDE LA CORTE

Un divorcio traumático y peligroso

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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LLORARON juntos en los mismos entierros, y ahora andan a garrotazos. Fueron de la mano en tiempos difíciles, cuando había que mirar bajo los coches a ver si estaba la bomba lapa, y ahora se odian. Hicieron un matrimonio para defender la Constitución y el Estado, y ahora se divorcian en público, con gran ruido delante de sus hijos. Su alianza fue llamada «constitucionalista», y eran un baluarte frente al avance del independentismo, y ahora se lanzan las peores acusaciones. Os estoy hablando de los partidos Popular y Socialista. Os estoy situando ante su próxima quiebra: la que romperá los únicos lazos que les quedan en los municipios del País Vasco. Si se confirman los augurios, están a punto de deshacer sus pactos en los pocos municipios vascos que gobiernan en coalición. Es un anuncio triste, pero quizá inevitable. En el actual clima de enfrentamiento es absurdo pensar que puedan mantener la doble cara de alianzas municipales y agresiones permanentes y duras fuera de las corporaciones. Empezaron con discrepancias sobre la estrategia mejor para conseguir el poder, en las últimas elecciones. Pasaron a la enemistad cuando el Congreso aprobó una salida pactada del terrorismo. Fueron subiendo de tono a media que los socialistas se aproximaban al entorno etarra. El PP fue quien filtró que había conversaciones secretas, hasta que transformó esas informaciones en acusaciones de engaño y traición a las víctimas. Se culminó la escalada con el último vídeo del PP que hace suya la viñeta del Gara que muestra la serpiente de ETA enroscada en el tallo de la rosa socialista. Hace sólo tres días que Patxi López insinuó la ruptura de relaciones, como Rajoy la había anunciado antes con el gobierno Zapatero. Las consecuencias políticas de este divorcio, cuando se consume, serán elocuentes, por no decir dramáticas: con excepción de los órganos forales de Álava (y ya veremos), no quedarán instituciones gobernadas por quienes defienden la Constitución y las leyes del Estado en el País Vasco. Salvo que las próximas elecciones municipales premien a uno de los dos partidos, el panorama institucional vasco será un inmenso paisaje nacionalista, quizá agravado por la presencia de una Batasuna legalizada, con su nombre o con otro. Sus concejales seguirán, pero enfrentados. Y el enfrentamiento sólo trae debilidad. Es inevitable situar este horizonte en el escenario del llamado proceso de paz. Si triunfa y se firma la desaparición de ETA, quedarán tantas heridas que será muy difícil y costoso curarlas. Si fracasa y ETA vuelve al monte, los extremistas se llevarán cuando menos una victoria: han roto el «frente constitucional» en su territorio. Habrán ganado una importante batalla.

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