Guerra civil: 70 años

CUANDO se cumplen 70 años del comienzo de la guerra civil española, el tema ha ascendido a la cumbre de la máxima actualidad periodística. Es como si nos hubiera empapado una lluvia de artículos, encuestas, cursos de verano, documentales televisivos y multitud de libros. También de opiniones encontradas entre tertulianos radiofónicos. La historia, para contar con vitola fidedigna, necesita el poso, como mínimo, de un cuarto de siglo. La de nuestra guerra civil ya ha reposado setenta años y muchos de aquellos dramáticos acontecimientos todavía se miran desde infinidad de ángulos. A veces, distintos y diferentes. Tal vez nunca se alcance la unanimidad. Algo, por otro lado, admisible. El 70 aniversario de aquel 18 de julio del 36, día de calor sofocante y con la sombra de Caín sobrevolando nuestro país, demuestra la plena actualidad en España, la demanda que existe de conocimientos y el atractivo mediático de quellos dramáticos acontecimientos. Unos acontecimientos feroces que costaron la vida a cerca de un millón de muertos españoles, que fueron la antesala de la II Guerra Mundial y que tuvieron como resultado una dictadura de 40 años. Una de las dos Españas heló el corazón de la otra, por decirlo en la metáfora poética de Antonio Machado. Según todas las encuestas, para la mayoría de los españoles el 18 de julio del 36 hubo un golpe de Estado. Se conculcó el orden constitucional y la legalidad vigente. En la esencia coinciden la totalidad de los historiadores. Pero ayer vio la luz otro chequeo social sobre aquel fatídico 18 de julio. Un 30% de los españoles cree que el golpe estaba justificado. Tan sólo medio año antes, otro estudio reflejaba que el porcentaje de españoles que justificaba el golpe era del 12%. Son chequeos sociológicos que invitan a la reflexión. Y no a esa reflexión que han publicado algunos colegas, donde sólo ven fantasmas en el Año de la Memoria. Aún sospechan del revanchismo. Se aferran a lo imposible. Yo quiero hacer otra reflexión de absoluta actualidad. No avalo, de ninguna manera, el echar tierra y el olvido. Un pueblo que olvida jamás puede tener pilares firmes y rotundos en los que sustentarse. Mi reflexión, digo, es de hoy mismo, no de aquellos días de ira. De ser cierta y rigurosa la última encuesta publicada, cabría deducir que se está produciendo una involución interna dentro de los votantes del Partido Popular. Están abandonando el centro derecha para situarse en la extrema derecha. Si esto fuera así, y no es más que una hipótesis, serían posibles algunas conclusiones. Tres al menos: 1) Que José María Aznar ha conseguido liquidar dentro de la derecha española la herencia de la UCD. 2) Que dentro de la jerarquía eclesiática española, tanto Rouco Varela como monseñor Cañizares, han metido en el desván el legado del cardenal Vicente Tarancón, al que los cachorros fascistas crucificaban en las pintadas de los tapiales: «Tarancón, al paredón». Y 3) Cada vez hay más espacio político para un partido de centro derecha que quiera ser auténtica alternativa de Gobierno, en lugar de jugar a reventar el sistema.