Diario de León

TRIBUNA

La noche de San Pedro en la Plaza del Caño

Publicado por
ALEJANDRO VIDAL ÁLVAREZ
León

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NOCHE de San Pedro del año 2006: Los jóvenes de la ciudad de León se reúnen en las plazas y calles públicas para charlar, beber, reír, enamorarse, encontrarse en un espacio común que es de todos, en suma disfrutar de la vida y de las fiestas, cuyo colofón es la noche de San Pedro. Esta actitud jovial y pacífica de los jóvenes, como en cualquier otro día de cualquier fin de semana, se vio gravemente perturbada por los lamentables hechos que se produjeron en la Plaza Riaño (popularmente conocida como Plaza del Caño) esa misma noche alrededor de las cuatro de la madrugada. A esa hora una coche patrulla de la brigada especial de la policía local estacionó justo en frente con la intención de observar y controlar la actividad de los muchos jóvenes que estaban reunidos en dicha plaza y en calles adyacentes, plaza y calles que se encuentran siempre rebosantes de gente los días de fiesta. Ningún delito, ni provocación, ni acto violento se estaban produciendo en esos momentos en la plaza. Los jóvenes disfrutaban tranquilamente de la noche. Sin embargo, cuando el coche policial abandonaba el lugar un hombre ebrio empezó a insultar a los agentes impidiendo el paso del vehículo y rompiendo un vaso. Como consecuencia de esto los policías bajaron del vehículo y le redujeron violentamente, después de un forcejeo en el que el hombre pidió por todos los medios ser identificado y que no le hicieran daño, introduciéndole de forma violenta en el ¡maletero del coche!, lo que a todas luces es no sólo una irregularidad en la detención sino también una violación de la dignidad de la persona. A la par los numerosos testigos que presenciaban atónitos esos lamentables hechos comenzaron a increpar a los policías, uniéndose en una voz común contra dichos abusos, al mismo tiempo que uno, dos, tres y ¡hasta cuatro! coches más de la policía acudieron al lugar ante la presión de los jóvenes que con sus gritos y alguna que otra botella voladora pretendían mostrar su disconformidad con esa actuación insultante, violenta y desproporcionada. Cuando los vehículos policiales intentaban abandonar el lugar, y digo -intentaban- no porque alguien se lo impidiera sino porque su propia inoperancia a la hora de aparcar sus coches provocó que se auto-encerrarán en la calle, un joven testigo alentado por la injusticia y deriva de los hechos abrió, él solo, el maletero donde había sido brutalmente encerrado el hombre, produciéndose la puesta en libertad de éste que corrió esposado entre la gente por las calles del Barrio Húmedo. Inmediatamente los policías de la brigada especial, totalmente fuera de sí, salieron en busca del «fugado» insultando, amenazando e incluso golpeando a muchos de los jóvenes que allí se encontraban (incluso, cuando anteriormente algunas personas intentaron mediar pacíficamente hablando con los agentes para evitar males mayores fueron respondidos con expresiones tales como: ¡Quitaros de aquí u os parto los dientes! ¡Que te doy una h...»!). Tuvieron que pasar dos horas hasta que le detuvieron, uniéndose a otra persona que fue detenida también anteriormente. Cabe plantearse el absurdo de toda esta situación. Más aún, los periódicos locales publicaron al día siguiente una versión «un tanto» sesgada de los hechos. Normal, ellos no hicieron más que reproducir la versión de la policía. Incluso, se llegó a ilustrar con unas «fabulosas» viñetas desde una emboscada conspirativa de los allí reunidos contra los pobres e indefensos policías, fantasiosamente definida como «batalla campal en un botellón» (sic), hasta una detención tan pacífica y normal como irreal. Todo el mundo tiene derecho a una información veraz, pero no parece que éste sea el caso, debido a la obstinación de unos medios de comunicación en deformar unos hechos hasta convertirlos en un espectáculo mediático patético, en una película donde los buenos son los policías y los malos los jóvenes que disfrutan del espacio público en verano durante las fiestas más importantes de la ciudad. Porque, recordemos, ningún problema ni conflicto se había producido hasta la llegada de la policía. La consecuencia directa de todo esto ha sido el asfixiante aumento, los días posteriores, de la vigilancia y de la presión policial sobre determinados locales de la zona, algunos de los cuales han sido obligados a cerrar. Estos sucesos lamentables plantean muchos interrogantes. Si la misión de la policía es proteger los derechos y libertades de los ciudadanos ¿cómo se entiende su actuación, especialmente de la brigada especial, chulesca, amenazadora, violenta y desproporcionada para con los mismos a los que supuestamente debe proteger? ¿No será que la misión de la policía es en esencia otra, de la que algunos sacan jugosos beneficios? Con tanto bombo y platillo, tanta detención y actuación espectaculares, están consiguiendo su objetivo: Criminalizar a la juventud con el fin de tener una excusa para controlarla mejor. Porque, no lo neguemos cínicamente, toda reunión libre de los jóvenes en el espacio público, sea a la hora que sea, es siempre un problema; porque cuando la socialización y el encuentro de los jóvenes se produce al margen de la iniciativa privada empresarial e institucional el sistema tiene un problema. Así se entiende la actitud represiva, del todo hipócrita, de la policía en lo que respecta al consumo de drogas en la calle (alcohol y marihuana): Mientras los pijos pueden meterse lo que les dé la gana en sus garitos pijos, caros y decadentes, (cocaína, etcétera...) pues la droga en cualquier parte es interclasista, cualquier persona no puede fumarse un porro tranquilamente en la calle. La finalidad es más clara: que el ocio nocturno lo gestionen determinadas mafias privadas locales y que determinadas zonas del casco urbano sean «remodeladas» para uso turístico; es decir el dinero. El futuro ya está aquí. Se llama «ordenanza contra el vandalismo» en Valladolid, ciudad en la que está prohibido hasta repartir textos escritos en la calle. Y en León, poco nos queda. El ambiente propicio a la represión y la merma de libertades está siendo concienzudamente preparado.

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