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Publicado por
X. ÁLVAREZ CORBACHO
León

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COMO la democracia se articula y desarrolla a través de instituciones, debilitar o dañar a las mismas es causar profundo daño a la democracia. En general, las instituciones son ocupadas por partidos que representan a la mayoría de ciudadanos que las urnas avalan, circunstancia que obliga a buscar y expresar siempre el interés general. Sin instituciones fuertes y respetadas la democracia no funciona. Cuando una autoridad eclesiástica proclama y enfatiza que ciertas leyes estatales no se deben acatar, amparándose en razones morales, está dañando profundamente a las instituciones democráticas. Y lo mismo sucede si ciertos grupos de la oposición no reconocen la legitimidad del Gobierno para llevar a cabo determinadas decisiones y responsabilidades que son de su competencia. El control externo de una comunidad autónoma sufre hoy una grave crisis institucional porque su Parlamento le rechazó un informe de fiscalización -encargado por el mismo- en razón a que sus conclusiones «no le gustaban». Se quiebra así la independencia de ese control externo y se agrava la situación cuando le exige además un informe alternativo. Tampoco se respetan las instituciones democráticas cuando algunos vecinos interrumpen o impiden la celebración de plenos municipales porque no están de acuerdo con los asuntos que se tratan o las decisiones que se adoptan. También se dañan las instituciones cuando los responsables de las mismas apenas se esfuerza en cumplir la legislación que regula sus competencias sustantivas (disciplina urbanística, contratación administrativa, rendición de cuentas, otorgamiento de subvenciones, etc.), cuando no se refuerza la democracia representativa con fórmulas diversas de participación ciudadana o cuando la confusión entre el interés general y el partidario alcanza niveles intolerables. Por sus lamentables efectos y consecuencias, todas estas cuestiones exigen siempre educación política inexcusable, seguimiento y corrección partidaria, así como una creciente sensibilidad ciudadanana. La democracia y su perfeccionamiento es una conquista cotidiana.