Diario de León
Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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DESDE hace poco más de treinta años, España no sufre conspiraciones judeomasónicas, a las que el franquismo (con perdón por el recuerdo) responsabilizaba de nuestros males históricos, pero debe añadirse que esa desaparición de virtuales perversidades conspirativas ha obligado a nuestros historiadores a esforzarse en ir atribuyendo culpas demostrables a personas o colectivos sociales que ya no pueden sostener su inocencia. Por ejemplo, y en relación al pueblo judío, la Inquisición, y, por supuesto, Isabel y Fernando, célebre pareja reinante que decidió la expulsión de los judíos por razones confesadas, inconfesadas e inconfesables. (Conviene precisar que Franco dispensó una eficaz protección diplomática a cuantos judíos europeos llamaron a las puertas de nuestras embajadas). Y ahora surge o resurge en España el asunto del antisemitismo, pero como acusación al Gobierno, cuyo presidente no ve con buenos ojos que Israel responda a las provocaciones terroristas de Hamas y Hezbolá, que evidentemente condena, de forma que es ilícito calificar de desmedida. Y no es lo malo o lo peor que el PP llegue a hablar de judeofobia de Zapatero; lo peor es que la comunidad judía en España y hasta su embajador en Madrid consideren que el Gobierno español se comporta de manera sesgada hacia Israel. Y así lo expusieron ayer, en la última sesión del Foro Europa, ante el ministro Moratinos personalidades judías residentes en Madrid, a las que el titular de Exteriores respondió, de forma argumentada, afirmando que consideraba intolerable cualquier acusación de antisemitismo a su Gobierno. Pero el PP ha visto hueco, y ayer se lanzaba contra la bufandita palestina, muy fotografiada, que le puso a Zapatero en Alicante un joven socialista, y contra su negativa a considerar proporcionada las reacción del ejército israelí sobre el Líbano. Bien es cierto que la situación de Israel, un Estado atacado por todos los países de su entorno desde el instante mismo en que fue autorizado/reconocido por la ONU (1948) no es parecida a la de ningún otro país del mundo, pero así y todo, los llamados efectos colaterales de su réplica militar a Hezbolá, centenares de muertos inocentes, hiere la sensibilidad de mucha gente y hasta la lógica política de muchos intelectuales y observadores israelíes. Israel se enfrentaría ahora en el Líbano al mismo problema que Estados Unidos en Irak, y es que tras la demostración inicial de una superioridad bélica aplastante, en la situación creada no se ve ni la desaparición del terrorismo en Irak -sino, al contrario, su proliferación-, ni se vería en el Líbano la derrota/evaporación de Hezbolá, que se sitúa entre la sociedad libanesa como el camaleón entre los colores que lo ocultan. Decir eso no es antisemitismo.

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