Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Cada vez somos menos

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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EL INSTITUTO Nacional de Estadística ha difundido los datos correspondientes al último padrón: o sea, finales del 2005 y estreno del 2006. Son gélidos para nuestra provincia. Un mazazo a la esperanza. A pesar de la llegada de inmigrantes, León perdió otros 1.481 habitantes en el último año. Cuatro cada día. Y así en las últimas décadas. Es como si las fauces gigantes de un abismo se hubieran engullido en la provincia a más ciudadanos de los que hoy tiene la capital. No sabemos exactamente cuántos se habrían perdido si no fuera por la llegada de inmigrantes a desempeñar trabajados muy demandados por la sociedad. Lo comprobamos en la calle, a poco que uno mire con la ojos de la curiosidad abiertos: en el cuidado de ancianos, en la construcción, en la hostelería o en el transporte. Casi con total seguridad: si no fuera por esos inmigrantes, habríamos superado la pérdida de 5.000 habitantes. Lo que importa destacar es que entre las provincias que más diáspora han sufrido se encuentran cuatro de Castilla y León: Palencia, Zamora, León y Salamanca, por este orden. Por el contrario, Valladolid siguió creciendo y ha superado por primera vez el medio millón de habitantes. La estadística del INE ha puesto de relieve la realidad de una comunidad autónoma que no tiene nada que ver con la propaganda oficial. Y menos aún, con los datos que se «cocinan» en la dirección general de Estadística de la Junta, a cuyo frente está el leonés Fernando Mallo. Pero, claro, la propaganda oficial niega la realidad. El día de Santiago, el consejero de Fomento, Antonio Silván, fue homenajeado en la campa de la Cruz de Ferro. Y ayer mismo, en un informativo radiofónico escuché al consejero, quien para negar los proyectos puestos en marcha por el Gobierno central, concluyó así su intervención: «La realidad no existe». Frase rotunda y redonda que resume la propaganda de la Junta: negar la realidad, se refiera a quien se refiera. Pero antes de entornar los cuarterones de este balcón, quiero felicitar a Jaime Lobo Asenjo, un clásico de la política leonesa. Se jubila. Lobo fue cofundador de Alianza Popular en León y ha sido siempre un político serio, asequible y tolerante. Nada que ver con los crispadores que se llevan ahora. En la entrevista que le hacía ayer este periódico destacaba los momentos que mejor recordaba de su vida política. Me precio de ser amigo personal y, sin embargo, debo discrepar de sus apreciaciones. Su mayor protagonismo lo tuvo como portavoz azul en el Palacio de los Guzmanes, sede de una Diputación convulsa en el período 83/87. Fueron cuatro años en que se respiraba el perfume de Maquiavelo en los despachos. Era tan evidente como las cigüeñas que anidaban en los torreones. Caían presidentes, había mociones de censura, los diputados cambiaban de grupo, el caos. Jaime fue un ejemplo. Y su momento más brillante, para un observador exterior, lo fue como senador por León, entonces también en la oposición al gobierno de Felipe González. Y fue un momento brillante porque destacó como senador currante, algo muy raro en la especie parlamentaria. Estuvo siempre más atento a las necesidades de la provincia de León que a los cabildeos de partido. Es el momento, pues, de amplificar los altavoces para decirle: Gracias, Jaime, y larga vida.

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