Diario de León
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León

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A las dos y media de la madrugada, mi hijo Pablo, de dos años de edad, se cayó de su cama. Después de estar un rato intentando consolar a un niño que grita de dolor, decido vestirme y llevarle a urgencias porque el niño, en un segundo de calma, me indica que le duele el hombro derecho. Cuando llegué a «urgencias», llamé al timbre y la señorita que me abrió la puerta me hizo pasar a la consulta. Me preguntó: ¿qué pasa? Yo le conté lo que había pasado. Su respuesta literal fue: -Yo al niño no lo voy a tocar, tiene que ir a León. -Pero son 45 minutos, ¿Cómo voy? (el niño con unos dolores terribles). -Igual que ha bajado en coche hasta aquí pues vaya a León. -O sea, que viene cualquiera con un pie roto y también tiene que ir a León. -Sí señora. A todo esto al niño le senté en la camilla y la señorita le puso un dedo en el hombro y dijo: «es que a lo mejor tiene una fisura». ¿Es normal que te traten así? Creo que no. Con las mismas me marche a León con mi coche. Senté al niño como pude en su silla. En León nos atendieron muy bien. Mi hijo tiene «fractura de clavícula». A la hora de volver, al niño no lo puedo sentar en la silla porque le colocan un aparato en la espalda. Tuve que parar varias veces para colocarlo porque se caía hacía los lados y tenía muchos dolores, sabiendo los riesgos que corría al llevarle fuera de su silla (incluyendo la sanción de la Guardia Civil). Mi pregunta es la siguiente: ¿Cómo lo hubiera hecho si no tuviera coche? Una persona como en mi caso con dos niños pequeños, uno en casa con el padre, el otro al hospital, sin transporte, sin medios a esas horas de la madrugada ¿cómo va hasta León? ¿En un taxi? Pues no, porque no disponen de sillas homologadas. Tenemos juzgados y no tenemos un hospital , ¿esto es justicia? Mª José Herrero Ortega (Sahagún). Queríamos aprovecha r este espacio, para dar gracias a todos aquellos que nos prestaron su ayuda y apoyo en la tragedia vivida en Prioro por la caída de un rayo en la iglesia; equipos de emergencia, etcétera. Asimismo, agradecemos, el esfuerzo realizado por la Junta para sufragar los gastos de la recuperación de nuestro templo, a la Excelentísima Diputación de León, por habilitarnos una carpa para la celebración de los actos religiosos y al Ayuntamiento de Prioro, porque en todo momento ha puesto sus instalaciones al servicio de todos los feligreses del pueblo. También queríamos dar gracias de una manera especial a monseñor. Julián López Martín, obispo de León, por el «apoyo» que nos brindó tras la tragedia, por lo «preocupado» que en t odo momento ha estado porque tengamos un sitio donde celebrar la misa. Señor obispo, gracias por permitir que cada domingo, casi la mitad del pueblo no pudiera asistir a misa, por disponer de un espacio de 90 metros cuadrados, gracias por esos 60 peldaños que cada domingo tuvieron que subir nuestros mayores para poder celebrar la misa, p or esos funerales que tuvieron que oficiarse en el patio de un colegio, en horario escolar y a 28 grados, en fin, ¿qué más podemos pedirle si nos lo ha dado todo?. Este ejemplo de ayudar al prójimo cuando más lo necesita, nunca lo olvidaremos en Prioro. Este verano iba a haber confirmaciones, pero no podrá ser porque la iglesia no estará en condiciones de ser utilizada (gracias a la «rapidez» de las obras), pero es de suponer que cuando ese día llegue, usted vendrá a inaugurarla; permítanos reservar unos bancos para que ese día estén presentes y nos hagan compañía, aquellos que siempre han estado a nuestro lado y nos han prestado al menos un poco de ayuda. Un saludo. Marta Carcamo Herrero y María Rodríguez Herrero (Prioro). Luis Fernando (León; edición digital).

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