Expulsados
Termin ado ya el curso y los agobios, y ahora que estáis disfrutando de un bien merecido descanso, me he decidido a escribir para expresaros lo que siento como madre de «niño cantor». Lo primero que se me viene a la mente, en estos tiempos que vivimos de culto a la brutalidad, de cultura del mínimo esfuerzo, esto es, cultura de la «incultura», es que en una ciudad como León casi la totalidad de los colegios disfrute de un coro; aunque nos parezca que esto es lo normal, porque es lo que vivimos, en otras ciudades esto no es tan normal e incluso nos tienen «envidia». Parece ser que no apreciamos la utilidad de la música, y eso que están más que demostrados los efectos positivos que produce en la salud tanto física como mental. Bien conocidos son los beneficios de la Musicoterapia. Es admirable la labor que se está llevando a cabo con nuestros hijos y creo que no nos damos cuenta verdaderamente de lo que se está sembrando; voy a destacar algunas cosas, aunque hay muchísimas más. Mencionaría, por ejemplo, la disciplina, la atención, el tesón, la paciencia, el afán de superación, el espíritu de grupo, el esfuerzo por el trabajo bien hecho... todas ellas, virtudes que no están «de moda». Diría muchas más virtudes (pero sólo puedo escribir veinte líneas), sobre todo destacaría que lo que se está sembrando en el espíritu de cada «chico del coro» es una semilla que se llama música (no ruidos ni «chunda-chunda»). Esa semilla no está cayendo en campo baldío, porque cada niño la hace crecer en su interior, y es que cuanto más la conocen más la cultivan, más admiran su belleza y más se pule su interior (algo que tampoco está «de moda»). Estáis sembrando buenas semillas, y con el tiempo la cosecha será muy fecunda. Bravo por vosotros, directores y colaboradores de las Aulas Corales y del Coro Municipal de León. Bravo, porque si uno solo de estos niños que han cantado, cantan y cantarán en vuestros coros algún día, ahora o cuando sea mayor, disfruta de la música y admira su belleza, habrá merecido la pena (y estoy segura de que no lo hará un niño solo, sino montones de ellos). Estáis realizando una gran labor con ellos. La sociedad necesita personas recias (que no brutas) y a la vez sensibles (que no sensibleras) y desde luego, sois una buena escuela para conseguirlo. Ánimo, David y compañeros de fatigas, aunque se pasen malos ratos, merece la pena. Gracias por todo y adelante. Seguid así, porque hay gente que de verdad os admira (a vosotros y a los niños también). Hasta el mismísimo Mozart tuvo un maestro. M.ª Jesús Ropero (León). Mi nom bre es Lucía, vivo en Sahagún de Campos,pero soy nacida en Argentina. Les voy a relatar un echo que sucedió el 13 de julio sobre las 9 de la mañana en la gasolinera que hay en la autovía de Burgos cerca de Cembranos, sobre el km, 9. Pues bien, me encontraba allí repostando mi vehículo, y allí había una joven al parecer la cual tenia algún problema. Llegó una pareja de la guardia civil, que según supe luego eran de puesto de Armunia, y los citados agentes, empezaron a dialogar con ella, intentando ayudarla , pues ella, por lo que hacía, no parecía encontrarse bien; al rato de estar con ella, uno de los agentes, la acompañó al interior de la gasolinera y de su bolsillo, le pagó un café a esta chica. Quiero resaltar esto, pues muy pocas veces lo he visto, que alguien actúe así con una persona que no conoce de nada. Luego, en vista de que la chica no quería nada, ni manifestó su deseo de que la ayudaran, los agentes abandonaron el lugar. Desde aquí quiero felicitar a ese agente anónimo, que hizo ese bonito gesto de pagar un café a esta persona. Gracias agente. Lucía Álvarez García (Sa hagún) Javier (Palma de Mallorca; edición digital).