Diario de León

LA VELETA

¿Para qué sirve el Banco de España?

Publicado por
XOSÉ CARLOS ARIAS
León

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HACE una docena de años, cuando se debatía si debiera o no concederse al Banco de España un estatuto legal de independencia, un conocido economista declaró que a él la idea le parecía bien, porque así nuestro gobierno podría ser al fin independiente del Banco de España. Una manera salerosa de sugerir que, en aquellos momentos, la influencia del banco central trascendía su estricto papel formal, que ya era de por sí notable: el banco tomaba las decisiones efectivas de política monetaria, establecía sus instrumentos (y a partir de 1995, también su objetivo, la tasa de inflación) y actuaba como supervisor bancario. Pero, además de todo eso, suministraba todo tipo de recomendaciones -por lo general muy atendidas- sobre la elaboración del resto de la política económica. La entidad cuyas riendas acaba de tomar el prestigioso tándem Fernández Ordóñez - Viñals, tiene ahora unas funciones mucho más limitadas. Es obvio que, con la constitución de la UEM y la creación de Banco Central Europeo (BCE), el ámbito de intervención de los bancos centrales nacionales se ha reducido, hasta convertirse en casi residual. Asumida por el consejo del BCE la secuencia completa de las decisiones de política monetaria, incluida la definición del objetivo de inflación, los bancos nacionales se limitan a aplicar esas decisiones en cada país. Algo no muy diferente de lo que en la estructura de la Reserva Federal norteamericana, hacen los bancos de Dallas o Minneapolis. Poca cosa. Las funciones importantes que sí conserva el Banco de España son las de regulación y supervisión del sistema financiero, hasta el punto de que casi se podría considerar hoy al banco, más que cualquier otra cosa, como una agencia reguladora independiente. Existen dudas razonables, sin embargo, acerca de que esta situación deba mantenerse de un modo indefinido. Y ello sobre todo por una razón: es de sentido común que la regulación de un mercado concreto se aplique en la escala en la que el mercado opere. Si éste fuese exclusivamente español, regulación española; pero, dada la evidencia de un cada vez más consolidado mercado transeuropeo de servicios financieros, no debiera demorarse demasiado un esquema institucional regulatorio para el conjunto de la eurozona. Al igual que está ocurriendo ya con el mercado eléctrico, no tardarán en aparecer demandas y presiones en esa dirección, que se multiplicarían en el caso de sobrevenir una nueva crisis financiera internacional. De confirmarse tal tendencia hacia el vaciamiento de funciones, y más allá de su inevitable condición capilar respecto al BCE, tal vez no tarde en generalizarse esta pregunta: y el Banco de España, ¿para qué sirve?.

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