Salvar al ministro Montilla

EL CONGRESO de los Diputados no cierra en vacaciones, pero reduce su tamaño a la mínima expresión. Lo que en lenguaje militar se llama retén, para que los cuarteles no se vean deshabitados en las fiestas, en el Congreso se llama Diputación Permanente, encargada de que el poder legislativo no suspenda ni un día el cumplimiento de sus funciones. Ayer, por ejemplo, todos los diputados de guardia se comportaron con el ardor político de los grandes momentos parlamentarios, es decir, tirándose entre adversarios a degüello, sobre todo para que el ministro Montilla, inminente cartel electoral de los socialistas catalanes, compareciera ante la cámara para explicar pormenorizadamente el caos producido en el aeropuerto barcelonés de El Prat por una huelga salvaje de trabajadores de Iberia. Al departamento de Industria, del que Montilla es titular, le corresponde también Turismo, y como el turismo se habría visto afectado por la larga parálisis de El Prat, el PP y CiU pidieron la comparecencia del ministro. Pero mientras CiU, cuyo líder Artur Mas va a vérselas con Montilla en las elecciones catalanas, enfocaba las responsabilidades del caos aeroportuario con lógica amplitud, implicando también al sector empresarial, Iberia y Aena, el PP solo parecían intentar que Montilla se sometiera al fuego graneado de los populares en la Comisión de la Industria. A los dos partidos solicitantes de la comparecencia les interesa el deterioro de la imagen de Montilla, contendiente electoral, pero uno y otro se diferencian en el método de corrosión. CiU acepta los límites del buen hacer parlamentario; el PP fija a su criterio los límites -y a veces los traspasa- de su estrategia encaminada a destruir al adversario. La sesión parlamentaria del martes acogió un montón de peticiones de comparecencia de ministros, y si la de Montilla despertó más ardor político que otras, no fue porque estas carecieran de importancia, porque la tenían. Pedir que el ministro de Interior, Pérez Rubalcaba, informa en el Congreso de los explosivos que se utilizaron en los atentados del 11-M no sólo demuestra una trasnochada curiosidad, sino también la capacidad de un partido para mantener viva en su estrategia una cuestión que judicialmente parece aclarada. Pero Rubalcaba irá el jueves al Congreso, junto a su colega Magdalena Álvarez, ministra de Fomento, por el asunto de El Prat, y es bueno que expliquen no sólo las responsabilidades que el Gobierno atribuye a personas y organismos ajenos sino, harto improbable, alguna responsabilidad que considerara como propia. Y ya en el saco abierto de las comparecencias, el PP pidió las de la presidenta de la Comisión Nacional de Energía y del ministro Montilla para que expliquen por qué han puesto tantas dificultades a la opa de E.On sobre Endesa, pero no van a explicar nada, porque su comparecencia resultó rechazada. Se votó por último la comparecencia de Montilla por el caos en El Prat, y gracias a los votos de IU y de CC, el bando del PSOE ganó por 21 a 19 al PP y CiU, un resultado mas propio de balónvolea que de una confrontación parlamentaria. La operación fue un éxito socialista. IU y CC demostraron que son fiables como aliados. Como lo sería CiU si no fuera por las inminentes elecciones del 1-N.