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León

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CADA VERANO escojo libros que no he podido leer durante el  del año. Esta vez: «¿Dónde se encuentra la sabiduría? ,de Harold Blomm, Doctor Faustus ,de Tomas Mann, y como relectura las cartas de Tolkien. A partir de cierta edad, leemos ya no  tanto con  la esperanza de descubrir algo nuevo como con la de recuperar restos de lo que hubo en nosotros. Es un espejismo creer que  nuestros intereses cambian,  rara vez en nuestro interior surge algo nuevo. Puedes descubrir con sesenta años  a Mozart o a Esquilo, pero ha sido posible por una inquietud que siempre estuvo ahí contigo, bajo distintos nombres e intensidades, aunque haya permanecido décadas  en silencio o creyeras haberla exiliado. Nunca dejamos de ser quién fuimos; como el magnate Kane, todos añoramos nuestro primer juguete. Pues bien, aquí estoy, un verano más, listo  para adentrarme en un mar unas lecturas vacacionales. Uno puede evadirse de todo, salvo de sí   mismo. Llevaba tiempo deseando leer esta obra de Mann, sobre el fracaso espiritual de la inteligencia demoniaca, sobre el horror con que ciertas formas de  intelectualidad son capaces de impregnar la cultura.  Bloom es un pensador con numerosos hallazgos, y su contundente denuncia contra lo que llama la  Escuela del Resentimiento es sólo uno de ellos. Tolkien tiene  la condición de compañero de viaje,  uno de esos autores que conviertes en amigo. Con Frodo aprendes que todo triunfo heroico es también fracaso, y que la inocencia perdida no puede ser ya reparada.. Aunque Gandalf  precisó: «No todas las  lágrimas son  malas». Y no sé si  Bloom  las  considera sabias palabras,  pero son verdad. Y un noble escudo de armas para el corazón.

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