Nueva catástrofe en Galicia

TODAVÍA no se apagaron los ecos de la enorme catástrofe económica, ecológica y moral para la poblaciónque supuso el tristemente recordado vertido del Prestige , de tan graves efectos sobre el litoral atlántico, cuando una nueva catástrofe está destruyendo nuestra riqueza forestal, arrasando cultivos y amenazando viviendas. No es el momento de señalar culpables sino de solidarizarse con los afectados que, tanto en el medio campesino como anteriormente en el marinero, dieron pruebas heroicas defendiendo su medio de vida amenazado. Estas y no otras son las auténticas familias representativas, dignas de protagonizar las vésperas jubilosas de un país que da la espalda a la partitocracia asfixiante. Sin medios para atajar los incendios, como anteriormente los vertidos, sólo la entrega ejemplar de los afectados mitigó ligeramente los quebrantos en la tierra y en la mar. Una vez más el pueblo, la sociedad civil, da ejemplo de abnegación y solidaridad mientras los políticos, de cualquier signo, se ocupan en el ejercicio de traspasar errores y culpas al adversario eludiendo su responsabilidad. No es el momento de señalar culpas. Lo urgente es atajar la pira demoledora que abrasa el país, indemnizando a los afectados y preparando con urgencia un plan de actuación para el futuro, porque tanto el vigente como el anterior han fracasado. Y esta es la primera conclusión: Galicia se quema lo mismo con un gobierno monocolor y conservador que con un gobierno bipartito y progresista . Todos son iguales en la ineficacia y en la demagogia. Cuando el Prestige cubrió de chapapote el litoral, el grito de «¡nunca máis!» se escuchó de la montaña al mar en orquestación política estéril, pues hoy el riesgo de tráfico de mercancías peligrosas por Finisterre permanece, los medios de vigilancia no son eficaces y la dotación de lucha contra los vertidos no está a la altura del riesgo que diariamente corremos. El mismo grito de protesta está justificado ahora por los incendios. Con la diferencia de que el Prestige , con todos los errores cometidos, no estuvo en nuestras manos, mientras la catástrofe incendiaria actual, por acción errónea o por omisión incompetente, nos incumbe plenamente. ¿Seremos capaces de relegar la política partidaria cuando de los intereses fundamentales de Galicia se trate? No hay otro camino si sus objetivos comunes confluyen en la prosperidad de Galicia. La política forestal y sobre todo la de prevención pasa por los municipios y si me apuran por las parroquias. Sin su concurso nada se conseguirá. Volvemos a los tiempos de la propaganda política en pirotecnia tan ruidosa como ineficaz. El mínimo dato favorable sobre crecimiento o empleo es objeto de mediática difusión de novato, porque olvidan su proyección en el tiempo. Se criticaba la política del cemento y seguimos por el mismo camino. Ahora todo se resuelve con el I+D+i que los políticos exhiben victoriosos cual arma arrojadiza para huir de la realidad. Puro voluntarismo en discurso reiterativo, vacío e ineficaz. Y Galicia sigue en llamas. Los aviones rasean sobre Baíña para beber en la ría de Baiona y descargar sobre los cercanos montes de Viladesuso, arrasados por el fuego amenazador.