Diario de León

EL MIRADOR

El político da mal ante el fuego

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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LOS JEFES DE GOBIERNO deben dormir en vacaciones con un ojo abierto, como las liebres, para que los incendios de agosto no les pillen soñando. Si el año pasado envió Rodríguez Zapatero a la vicepresidenta Fernández de la Vega al incendio de La Alcarria, en el que murieron todos los miembros de un retén menos un afortunado superviviente, esta vez ha interrumpido su descanso en Lanzarote para acudir al drama de Galicia. Tenía que ir y ha ido con la severa compostura de los líderes en circunstancias que los desbordan. ¿Tardó en acudir a la catástrofe o llegó a tiempo? A tiempo, se entiende, de transmitir la imagen de un Gobierno que vive y gestiona los problemas del país en tiempo real, a pesar de la laxitud del verano. Si se le pregunta a los portavoces oficiales, todos ellos dirán que el presidente ha actuado con exquisita pulcritud política, pero si se sintoniza con los dirigentes del PP, oiremos que el Gobierno está ausente, que Zapatero ha ido tarde a Galicia, con Rajoy en Pontevedra, donde veraneaba, para denunciar sobre el terreno la ineptitud de ejecutivo. Cuando llegue septiembre y se oficie la ceremonia política de la rentrée , los incendios de Galicia van a dejar muy pequeña la ofensiva del PSOE contra el PP por el Prestige . Bien es cierto que el entonces presidente del Gobierno tardó semanas en acudir a la zona gallega, obviamente pesquera, más cercana ideológica o patriarcalmente al PP, como eran entonces algunas aldeas de la Costa da Morte, y bien es cierto que Rodríguez Zapatero, anteayer mismo, oyó los insultos personales que le dirigían vecinos de Ponte Caldelas, en cuya iracundia podría haberse mezclado el dolor impotente ante el fuego devastador y ese rencorcillo que despiertan los políticos de ideología que resulta adversa. Ningún líder político da buena imagen fotográfica en un paisaje de incendios, mientras que sobre los escombros, tras un bombardeo o un terremoto, se mueven con dramática soltura. De todos los infortunios se desprende una lección, y entre las que va a enseñarnos el múltiple incendio de grandes zonas de Galicia figura la de contemplar a nuestro Ejército como un cuerpo de la Administración dedicado tanto a desempeñar misiones de paz y buena voluntad en puntos candentes del planeta como a prestar a la sociedad española una ayuda tan eficaz como prestan en Pontevedra y La Coruña las unidades de zapadores que se suman a los mil doscientos militares, gallegos muchos de ellos, que llevan días luchando contra el fuego. Pero ayer se movía el viento, los vientos, como un soplete que reavivara hogueras. El jueves próximo debatirá la Diputación Permanente del Congreso la comparecencia de los ministros de Interior, Agricultura y Medio Ambiente para explicar la tragedia de Galicia. ¿Diez mil, veinte mil, treinta mil hectáreas calcinadas?

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