Cerrar
Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

Creado:

Actualizado:

LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ya no tiene la oportunidad de conocer a su ejército por medio del servicio militar obligatorio, y ello la sitúa en una posición de exquisita objetividad para proceder a una valoración desapasionada de sus actuales Fuerzas Armadas. Dicha valoración ha ido subiendo enteros a medida que se consolidaba la democracia y se profesionalizaban los tres ejércitos, hasta el punto de que hoy en día considera el pueblo al estamento militar como un cuerpo más de la Administración, al que se encarga el desempeño de misiones humanitarias, algunas muy arriesgadas, en el extranjero, o de ayuda a tareas incipientes de democratización, como la de facilitar el desarrollo de unas elecciones legislativas en un país caribeño. O, dentro de casa, la de batallar estos últimos días en Galicia contra el fuego. Cuando aparecen en el mapa los puntos del planeta donde los soldados españoles realizan funciones de muy variada índole, pero ninguna belicosa o de agresión, es lícito sentir un grado al menos de complacencia. Y es que hasta hace pocos años, la sociedad española mantenía una gran diversidad de opiniones sobre nuestros ejércitos, abundando las negativas. En muy poco tiempo se ha hecho casi imposible que pueda imaginarse al ejército español como un peligro para la democracia. Y la abolición del servicio militar obligatorio ha supuesto que la mili evaporada haya dejado de considerarse como el impuesto personal que exigía el Estado a la edad en que eran prioritarios otros estudios o aprendizajes. La mili era una etapa en la que los soldados forzosos solían almacenar impresiones negativas de la actividad militar, que era más bien pasividad absoluta en los aburridísimos cuarteles, y algunos rencorcillos que se iban diluyendo por supuestos agravios infligidos por las autoridades subalternas. Ayer honraron los tres ejércitos a sus muertos en el Cuartel General del Aire con motivo del primer aniversario de los diecisiete militares fallecidos en acto de servicio hacia el oeste de Afganistán, precisamente donde «su sacrificio» señalaba «el lugar en el que eran necesitados», según dijo el ministro de Defensa. Y más tarde, en videoconferencia entre el ministerio y la base española en Harat, Alonso recomendó a nuestros soldados que «extremen sus precauciones» tras asegurarles que cuentan con el apoyo de todos. Y ahora llega el apremio del Líbano, donde se hace urgente una fuerza de interposición entre terroristas de Hezbolá y el Ejército israelí, y donde el terreno es una constelación de escondidos bunkers de acero y cemento, impenetrables por las bombas convencionales, y de escondites del tesoro mortífero de las franquicia terrorista del Estado de Irán. Difícil franja sobre la que ayudar a mantener un alto el fuego por cuya larga duración no se cruzan apuestas.

Cargando contenidos...