LÍNEA ABIERTA
Lecciones para todo
LOS DAÑOS del Prestige nacen de acción externa. Porque ajeno era el barco, el capitán, la tripulación, la mercancía transportada y las normas que regulaban su navegación. Y eso facilitaba las cosas. Había una agresión exterior y Galicia reaccionaba al unísono. Pero el fuego asesino que ahora nos destruye es factor interno, fruto de patologías y fracasos sociales diversos, que atenazan y desorientan. Esta es la primera lección que deberíamos considerar. Otro aspecto que merece reflexión elemental es el desconocimiento de la Administración gallega sobre el origen de los incendios. Estamos ante un problema antiguo, recurrente y de pesadas consecuencias, pero las administraciones (y la sociedad) no saben explicarlo. Esta ignorancia colectiva es difícil de entender en cualquier sociedad moderna, ya que todos sabemos que sin diagnóstico certero no hay solución eficaz. Estamos ante un problema que nos destruye todos los años, pero seguimos perdidos por tanta ocurrencia, por tanta explicación parcial y sobre todo por los enormes silencios interesados. Y esto ya preocupa más. Porque si los gobiernos saben pero silencian (si no lo saben es peor) las consecuencias y costes sociales de ciertas actuaciones (despoblamiento, abandono de la agricultura, políticas forestales deficientes, ausencia de urbanismo, etcétera), el fracaso colectivo está garantizado. La segunda lección invita a aflorar y valorar de una vez todos estos costes sociales para iniciar con urgencia su efectiva corrección. Probablemente, el ejemplo más elocuente y visible lo proporciona el urbanismo, o más bien la falta de urbanismo. Consentir el desorden y la dispersión de viviendas no sólo multiplica el coste ambiental, paisajístico y de infraestructuras (viales, alumbrado, abastecimiento de agua, saneamiento), sino también el coste de otros servicios públicos (transporte escolar, ambulancias), incluida la seguridad (robos, incendios). Pero como todo ello se financia aquí con dinero público (incluidas las compensaciones), estamos en un país imposible. Una irresponsabilidad colectiva que se evidencia más en la tragedia. Es otra lección inevitable.