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Publicado por
JUAN J. MORALEJO
León

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MEMORIA E HISTÓRICA parecen redundancia, pero sólo parecen porque, aunque, te guste o no, todo lo que queda atrás es histórico, memoria histórica quiere decir que vas a hacer antología y rareo, énfasis en lo que te mola para la memoria y silencio de lo que te pete porque no te conviene. De ahí que de la memoria histórica a la memez histérica pueda haber apenas un paso. Pero hay algo peor que la memoria histórica y la memez histérica juntas y se llama amnesia, la desvergüenza de que no ha pasado nada o de que ha pasado a cuenta exclusiva de «los otros», de que tú no tienes nada que enmendar o aprender. Y también hay algo mejor que la memoria histórica y la memez histérica juntas y se llama amnistía, de la misma raíz que amnesia. La amnistía es mucho más que el perdón que unos dan otros, es mucho más que los perdones que se dan los unos a los otros. La amnistía es tener claro que la mejor liquidación de conflictos no es tanto perdonar u olvidar las falcatruadas ajenas como reconocer y no perdonarse las propias. De memez histérica hubo enchenta de 1939 a 1975. Hubo luego un felicísimo escampiño y ahora andamos en trámites de memoria que pudiera tener flecos y flancos de memez. Pero en lo que se nos prepara hay algo más grave, hay una actitud cutre y cobarde de encubrimiento o disimulo de miles y miles de asesinatos de los unos y de los otros, de los unos contra los otros y de los otros contra los unos; asesinatos que la jerga al uso llamaba paseos, ejecuciones sumarísimas, justicia popular, ajusticiamientos por fas o por nefas¿ y que eran más repulsivos y más asesinatos cuanta más mayúscula de pueblo, patria, revolución, cruzada, ley y tribunal¿ le echasen encima. Eduardo Chamorro me presta que «la política, la historia y la vida están llenas de grandes palabras, que son la mejor residencia para un buen número de canallas». Mientras no haya una declaración unánime de que todo eso fue violencia loca, ejerciese quien la ejerciese, nula y anulable de pleno derecho, y violencia peor, insisto, cuanta más pompa procesal popular, de orden, etcétera. le echasen, vamos a viajar de la nada a la miseria, aunque nos creamos que estamos haciendo una memoria de cinco estrellas. Dejando a un lado la necedad de la guerra incivil y sus muertos en combate, tenemos un libro negro con cientos de miles de asesinatos y otras violencias en cuyo reparto no sería mala cosa concertar memoria y amnistía, si se me concede que el curso y el desenlace de la guerra incivil fueron decisivos en las cifras de quién asesinó más y con mayor alevosía y regodeo. Supongo que no habrá la menor duda que otro desenlace tampoco hubiese sido la utopía del tigre y el cordero compartiendo cama. Engañarse en este punto, malo. Pretender engañar, peor.