Diario de León

CON VIENTO FRESCO

El regreso de la «umma»

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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HIZBULÁ LEVANTA la bandera de la victoria sobre un montón de ruinas. La zona sur del Líbano, feudo de estas milicias chiitas, sometida a intensos bombardeos por la aviación israelí, es una tierra devastada, con decenas de edificios arruinados, carreteras cortadas, puentes destruidos. Tras la tregua impuesta por las Naciones Unidas, sus habitantes regresan a lo que un día fueron sus hogares. Hizbulá ofrece 10.000 dólares a cada familia para sobrevivir y restaurar sus viviendas. ¿De dónde obtiene una milicia armada esos cuantiosos recursos económicos?. Algunos de sus líderes responden que del quinto o jums que paga todo fiel musulmán y de las limonas o zakat , una de las cinco obligaciones que impone el islám a sus seguidores; es decir, de la comunidad musulmana o umma (como si nosotros dijéramos la cristiandad). Pero lo cierto es que todo ese dinero y sus gastos militares lo financian varios países que, desde hace treinta años, vienen ayudando a los grupos religiosos más extremistas y dogmáticos. Durante los últimos siglos el papel del islám decreció considerablemente en el interés de los intelectuales de los países musulmanes e incluso en buena parte del pueblo. Frente al islám, dos ideologías cobraron un poderosos impulso a comienzos del siglo XX: el nacionalismo y el socialismo; ambas actuaron como factores disolventes de las creencias religiosas. La desmembración del imperio turco tras la primera guerra mundial, llevó a Atatürk, el padre de la patria, a una revolución nacionalista que impuso en Turquía un estado laico y prooccidental, al entender que era mirando hacia Europa como aquel país podría modernizarse. Este ejemplo, sazonado con un socialismo populista, se extendería por el resto del viejo imperio y por otros países musulmanes, rompiendo la umma y favoreciendo la creación de estados que frente a aquélla, propiciaron el nacimiento de naciones: libaneses, sirios, iraquíes, palestinos, egipcios, tunecinos, argelinos, etcétera. Ese proceso de aggiornamiento ideológico, panacea y revulsivo para la modernización, chocó con grupos minoritarios, entre los que surgieron teóricos que reivindicaban los valores tradicionales del islám y defendían una vuelta a los orígenes. El primero fue el de los Hermanos Musulmanes, sunnita, creado a finales de los años veinte en Egipto por Hasan el Banna y cuyo principal teórico sería Sayyid Qotb. Este movimiento sufriría tal persecución por Nasser que estuvo a punto de desaparecer. Poco después en Pakistán, el chiita Mawdudi creaba un partido político, la jama'at-e-islami, con el objetivo de tomar el poder y crear un estado islámico que aplicara la sharia o ley islámica. Para él todos los nacionalismos eran impíos, sobre los europeos; por ello predicaba una islamización completa de la sociedad. En ambos casos, por la represión o la falta de votos, su influencia fue muy limitada. Todo cambiaría con la crisis del petróleo a partir de 1973. Millones de petrodólares llegaron desde la Arabia wahabita hacia estos grupos integristas, con los que alcanzaron una creciente influencia, primero social (creando escuelas, hospitales...), y luego política. El nacionalismo y el socialismo han fracasado como panacea en el mundo musulmán dejando un rastro de frustración y resentimiento. Por el contrario, estos grupos intransigentes (como los Hermanos Musulmanes, Hizbulá, al-Qaeda, y otros) que predican la yihad, la sharia y la vuelta a la umma o comunidad islámica atraen el interés de los resentidos y fracasados. Esta semana se publicaba una encuesta entre musulmanes europeos, es decir con nacionalidad inglesa, española, francesa, según la cual para el 70 u 80% de ellos la identidad islámica prevalece sobre la pertenencia a una comunidad nacional. Por ejemplo en el Reino Unido esa proporción es del 81% frentea al 7%, y en España el 69% se siente musulmán y sólo el 3% español. Luego algunos se extrañan de que estos musulamnes atenten contra sus teóricos connacionales. 1397124194

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