Diario de León
Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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SI SE RECUERDA el papel de Ehud Olmert con Arie l Sharon -era su heraldo, el que sondeaba el terreno antes de que el primer ministro decidiera sobre cualquier cuestión de hondo calado-, podría ser que las fugas sobre la necesidad israelí de hablar con Siria no sean ajenas al propio primer ministro. En las últimas cuarenta y ocho horas hubo novedades al respecto: trascendió que en la reunión dominical del gabinete la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, más halcón que paloma, habría favorecido conversaciones con Damasco días después de que dijera lo mismo el ministro de Defensa, Amir Peretz. Pero Peretz es el líder de los laboristas, en coalición con Kadima, el partido de Olmert-Livni y sucesor de la corriente central del viejo Likud. Este lunes las cosas se precisaron de una manera más entendible para todos, o al menos interpretable: el ministro de Seguridad Interior, Avi Dichter, dijo no sólo que se debía negociar con Siria, sino que la restitución de los altos del Golán sería un precio legítimo y adecuado contra la paz. Dichter, recién entrado en política, ganó sus galones como jefe del Shin Beth, el poderoso contraespionaje interno y, como tal, es una voz del influyente establishment de seguridad que domina el escenario. Dichter está en Kadima con las bendiciones de Olmert y su autoridad está, por ahora, intacta. Si se une a la de Livni, una abogada con diez años de servicio en el Mossad y con credenciales familiares de sionismo militante, militar y de pedigrí fundacional, la cosa debe ser ponderada con mucha atención. Y, entre otras cosas, porque es una muestra de realismo. Los altos del Golán, ocupados en el año 1967, colonizados (y ocupados por comunidades de inspiración laborista, lo que no deja de ser curioso) y anexionados formalmente a Israel, no son parte del Estado, como dijeron enseguida portavoces del Likud, sino, sencillamente, una tierra siria ocupada que, antes o después, deberá ser devuelta, como lo serán las Granjas de Shebaa, unos modestos 47 kilómetros cuadrados en suelo libanés o sirio (eso se discute) que la resolución 1.701 de la ONU menciona como asunto a tratar más tarde. Pero hay algo más importante en la cala que ha hecho el primer ministro: se trata de meter una cuña entre Damasco y Teherán, de separar a Siria del Irán dañando de paso el patrocinio conjunto al Hizbolah libanés que acaba de hacer una demostración de eficacia y determinación. Ehud Olmert dijo enseguida que no hablará con Siria en tanto las autoridades de este país no dejen de «apoyar al terrorismo», es decir de respaldar al Hizbolah o de albergar oficinas del Hamas en Damasco. Pretextos: con Siria, como piden muchos medios norteamericanos, se hablará más pronto que tarde.

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