Pobre Plutón

LEO CON TRISTEZA que ya no son nueve los planetas solares, sino ocho. Se la tenían jurada.  Plutón ha pasado a segunda división, a las rebajas cósmicas. Ya ni siquiera es planetín.  Parte de nuestros conocimientos científicos  son susceptibles de golpe de mano revisionista, es decir,  están sujetos a que llegue un congreso internacional y  los tire por tierra. Y este siglo XXI, viene muy cafre. Menos mal que  en estos movimientos de escalafón  los de Letras lo tenemos más fácil,  pues con no  leer más los ripios de don  Mengano todo queda arreglado. Pero los de Ciencias lo tiene peor.  Antes, entre que Copérnico descubría algo y sus colegas se enteraban pasaba un tiempo. Pitágoras fue más listo, y se lo guardaba todo para su secta, con la amenaza de muerte para quien desvelase que dos y dos son cuatro. Ahora, en cambio, antes de que hayas gritado eureka ya te han mejorado el invento. Hoy todo es santiamén, todo ha pasado antes de que ni siquiera haya ocurrido. Ay, Plutón, dios romano del  inframundo,  degradado a saldo celeste, condenado a sobrevivir de extra en películas de ciencia ficción hispano venusianas. Las lunas que te acompañan ¿ lloran tu caída o están brindando por ella? Afortunadamente, todos llevamos dentro un puñado de verdades, que nada ni nadie podrá cambiar, pues ni siquiera nos necesitan para existir, siguen sus propias reglas inmutables, en un invisible territorio sin fronteras.  Sí,  cómo dice el estribillo de una vieja balada de Waylon Jennings:  «Quizá este es el tiempo para que regresemos a lo básico del amor».  Sin duda, una verdad de las del puñado. Casi todo lo demás es susceptible de que venga un descubrimiento y te lo chafe.