A nuestra salud

VOY A ROMPER una lanza por el personal sanitario de este país. Habrá quien me odie. Pero ya saben que conviene escuchar a todas las partes antes de hacer un diagnóstico. Hay médicos en centros de salud que atienden a casi medio centenar de personas al día, lo que suma 250 pacientes a la semana. O sea, mil al mes. Una locura. En los hospitales, más de lo mismo. Se imaginan que ustedes en su trabajo tuviesen esa carga y con algo tan delicado cómo es interpretar la salud. Mucha de la medicina que hacen es casi psicológica. Y la hacen con gusto. Pero alguien tiene que limitar esta situación. No hay educación para la salud. Vamos al médico a la mínima. Y los doctores se encuentran que, cada vez más, el paciente ya sabe lo que precisa y lo que le tienen que hacer. Como lo leen. Es muy habitual oír en las consultas cómo el posible enfermo le dice al médico que le pida un análisis de sangre y unas radiografías de tal cosa. Como libros abiertos de medicina. Los médicos de los centros de salud dedican casi una hora al día a despachar recetas y a tramitar bajas y altas laborales. Son médicos y administrativos por el mismo precio. La sanidad es muy compleja. Les he escuchado a los responsables de ésta mil veces decir que es un problema de recursos, de financiación. Los medios crecen en una progresión aritmética y la demanda, en una progresión geométrica. Imposible de casar. El usuario es el que lo padece. Pero pagan justos por pecadores. Si la gente no fuese tanto al médico, los que lo precisan estarían mejor atendidos. Nos dedicamos a poner a parir lo nuestro, como siempre, mientras en el extranjero (Portugal o Suecia) suspiran por los médicos y profesionales de la salud gallegos. Por algo será. Pero es mucho más fácil ensuciar a los que lucen batas blancas.