ETA está fuera del debate de futuro

EL NACIONALISMO vasco y catalán han dado de sí en España todo lo que podían y hoy cumple restablecer la pura racionalidad en esta cuestión que ocupa y preocupa. ETA, probablemente un subproducto complejo de la autocracia franquista, del romanticismo nacionalista y de la atormentada coyuntura europea del Siglo XX, ya no admite otra definición que la de un anacrónico residuo sanguinario de viejas perturbaciones mentales de la Vieja Europa. ETA no tiene ya entidad intelectual ni cultural -mucho menos política- alguna para ser siquiera interlocutor respetable de un régimen como el español que, aunque tardíamente, ha sabido alzarse de las cenizas de unos dolorosos descarríos para instalarse de pleno derecho en las esferas luminosas de la modernidad.