Diario de León

CUARTO CRECIENTE

Maltrato y disuasión

Publicado por
YASHMINA SHAWKI
León

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PUEDE que el alcoholismo sea una enfermedad insidiosa que trastorna a quienes lo padecen hasta hacerles comportarse como energúmenos sin realmente serlo. De hecho, puede que los profesionales de la salud mental diagnostiquen que un alcohólico violento o un maltratador es un enfermo no imputable al actuar bajo la influencia etílica o de un trastorno mental y no ser consciente de ello o capaz de dominarlo. Puede incluso que el agresor, cuando no está bajo la influencia de los efluvios etílicos o de un arrebato de ira, sea una bellísima persona, un trabajador nato y muy amigo de sus amigos. Puede que, cometida la agresión, se arrepienta y haga propósito de contrición y enmienda. Ello no devolverá la vida a los muertos ni la dignidad a los maltratados. Cada día aumenta el número de mujeres que mueren a manos de sus parejas sin que esta sociedad avanzada, moderna, democrática y con tan buen talante sea capaz de impedirlo. El caso de Osuna, lamentablemente, es uno más, pero no por ello deja de conmocionarnos. Resulta increíble que nadie fuera de la familia supiera nada de los antecedentes de violencia doméstica del alcohólico. ¿Vergüenza, miedo, dependencia emocional? Puede que aparentara ser buena persona, pero ningún diagnóstico médico nos hará creer que quien se ha jactado de cometer un crimen así es un inimputable. Actuó con premeditación, ya que adquirió un arma de fuego, rondó el lugar de los hechos y penetró en éste durante un descuido. Ya que no hemos podido evitar que asesinase a tres personas, por lo menos asegurémonos de que se le condena y se le hace cumplir la mayor pena posible y que ésta se hace pública. Quizás mostrando el castigo se pueda disuadir a otros que tengan la misma idea.

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