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Publicado por
León

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CADA VEZ son más los menores que llegan a las costas españolas en cayucos. La llegada de los últimos ha situado «al límite» la capacidad de los centros de acogida. El de los menores, que según la legislación española no pueden ser repatriados a sus países de origen, constituye un problema sobreañadido al ya grave de la inmigración irregular. Y habría que ver si tiene sentido que se mantengan los actuales criterios, que sí provocan un manifiesto «efecto llamada»: es de imaginar que muchos padres alentarán incluso la aventura de sus hijos hacia un país desarrollado que los formará y les proporcionará un porvenir. Es lamentable la postración de la juventud del Tercer Mundo, pero no parece que la solución haya de hallarse por ese camino.