Hospital de cercanía
Durante los días 8, 9 y 10 de junio, en Los Molinos (Madrid), se celebraron las XXVI Jornadas de Pastoral de los inmigrantes. En el intercambio de información y experiencias, se puso de manifiesto que la mayor parte de los inmigrantes que llegan a España en busca de mejores condiciones de vida no vienen en pateras o en cayucos. Estos casos aunque cuantitativamente sean menores nos impresionan más y tienen un mayor impacto mediático. Es muy alto el riesgo que corren sus vidas y muchos de ellos la pierden en el camino. Las condiciones de vida que encuentran los que se consideran afortunados por llegar a nuestro país, dejan mucho que desear, así como la posterior suerte que corren, ya sea en su posible traslado a la península sin papeles, ya sea en la enorme frustración y riesgo de su vida que sufren cuando son devueltos a sus países de origen. Somos conscientes de que el único problema no son los cayucos ni el solo hecho de no tener papeles. El problema mayor es África, que se empobrece cada vez más por diversos motivos: neocolonialismo de los países ricos, corrupción d los propios dirigentes de los países africanos, fuga de cerebros al primer mundo... Es una situación realmente insostenible que nos debe hacer pensar y actuar de modo consecuente. En este sentido los países del Norte tenemos una alta responsabilidad con la situación de empobrecimiento cada vez mayor de los países del Sur y con la consiguiente necesidad de tener que emigrar para sobrevivir o tener una vida más digna. También, en estas jornadas se hacía un llamamiento a las autoridades políticas, a las distintas administraciones y organizaciones implicadas en el mundo de la inmigración para que traten con la dignidad que merecen estas personas y adopten soluciones justas que combinen la ayuda a los países de origen para su desarrollo, el cese de la expoliación exterior a la que están sometidos y el bienestar de los inmigrantes que llegan a nosotros. Anatolio Calle Juárez (Navatejera). Hace unos días que leía yo en este diario, en el apartado la opinión del lector o cartas al director, un escrito de unos nietos haciéndole un homenaje a su abuelo que hacía un año que se había muerto. Y yo, que ya soy mayor y que ya voy por la recta final de la vida, al leerlo me enterneció y lo recorté. A los pocos días se lo comenté a un amigo y se lo di a leer, y al hombre se le escapaban las lágrimas y me dijo que no deja de ser un acto halagador pero este abuelo. «¿Fue homenajeado como se merecía en vida?», se preguntó. Y yo le contesté: «¡Hombre, supongo que sí!». Y él me dice: «Porque en realidad es lo que cuenta, porque si yo te contara...». Cuéntame, que te estoy escuchando: «Mira, como sabes yo me quedé viudo. Eso es lo peor que me pudo pasar y no es que me queje de los hijos hasta ahora porque me tratan bien. Pero vayamos a los nietos, que es de lo que se trata. Mira yo tengo cuatro ya mayores y dicen que me quieren y además van presumiendo de abuelo. Pero a mí eso no me vale porque unos, si no hay una causa justificada, se puede pasar medio año o más sin verlos, porque no tienen tiempo ni para una llamada de teléfono. Y eso que está tan de moda, el móvil. Eso unos, y los otros que, como sabes, viven encima de mí, pues estos sólo nos vemos si coincidimos en el ascensor o en el portal, con lo que me gustaría que de vez en cuando bajaran a darme las buenas noches. Los nietos a los abuelos los quieren cuando son niños, pero cuando van creciendo les van perdiendo el cariño. A muchos les suele pasar todo lo que estoy diciendo. Y que Dios no tenga en cuenta todo lo que estoy sufriendo. Cuando se fue de mi lado con mucha pena se quedó este abuelo dolorido». Gerardo Santos Valcárcel (Trobajo del Camino). J osé Alberto Alonso (Barcelona).