EL REINO DE LA LLUVIA
Superar la pesadilla
EL FUEGO que este verano calcinó el tres por ciento de la superficie gallega no sólo se ha llevado por delante una gran parte de la riqueza forestal, sino que también ha destrozado la idea que teníamos de que para superar la catástrofe debemos de estar todos juntitos, uniditos y amiguitos. Porque sólo si unimos las fuerzas y no empezamos con trifulcas y pataletas, sólo así, haremos más llevadera nuestra recuperación, ya de por sí bastante problemática. Pero hay quien no entiende las cosas de esta manera y aprovecha todo cuanto le pasa por delante para cogerse un berrinche y romper la baraja. Debe de ser que son especialmente sensibles. Sólo así se entiende la actitud del grupo de cuarenta alcaldes que dejaron con la palabra en la boca a dos conselleiros cuando iban a analizar las consecuencias de la crisis incendiaria y la estrategia a seguir para una pronta recuperación. La catástrofe que acabamos de padecer debería de estar por encima de mimitos y caprichitos. Porque los vecinos de esos cuarenta municipios, y todos los demás que habitamos esta tierra, no tenemos la obligación de pagar los platos rotos de las rabietas de quienes nos representan. Que tienen mil y una maneras de afear la conducta de los conselleiros, de exigirles rectificaciones y aclaraciones, y hasta de ponerlos en evidencia. Pero que han optado por dar el portazo con lo que los únicos perjudicados no son los conselleiros, como a lo mejor piensa alguno, sino los que queremos que el suelo se recupere pronto de esta pesadilla. Puede que empiecen ya a aflorar los nervios ante la próxima convocatoria electoral. Y eso, ya se sabe, es mucho más importante que cualquiera otra cosa. Más importante, incluso, que recuperar el monte, que devolvernos la sonrisa y que representarnos con la dignidad que nos merecemos.